lunes, 29 de agosto de 2011

Calles-Tuejar-Fte.Bercuta-Calles

Afrontaba la última ruta de estas vacaciones. Una molestia en la zona lumbar ayer por la tarde me trastocó los planes para esta jornada. Tenía que haber subido hoy hacia Saletas y continuar subiendo hacia la base del Castellano, luego coger el desvío hacia Chelva para llegar hasta los molinos eólicos de Higueruelas y de allí a la izquierda para ir a buscar el alto del Pico Remedio y bajar a Calles. Temiendo la durísima subida de 10 Km. y casi 600 metros de desnivel que se iba a cargar en mi dolorida espalda, decido hacer algo más suave para terminar las vacaciones ya que mañana hay que ir al trabajo y no es plan de fallar el primer día.

Así que decido hacer una aproximación hacia Tuejar e intentar encontrar algún camino que me deje en buena disposición de llegar a la Tartalona, la antigua zona de acampada en la ladera norte del embalse de Benageber. Me pongo en marcha cruzando el pueblo y subiendo hacia la bodega. Luego el camino cruza toda la zona de viñedos y sigue subiendo hacia el desvío de Chelva o la bajada por la cuesta del muerto. Sigo hacia Chelva en subida, no podía ser de otra manera. El asfalto y el conocimiento del terreno me hacen llevar una marcha cómoda, rápida pero sin desfondarme, que esta subida engaña. Con la vista puesta en la ermita de san Cristóbal un camino gira a la izquierda indicando Bercuta. Después paso por fuente Berra y continúo adelante. A la izquierda el gran barranco que forma el río Tuejar encajonado entre altas y verticales paredes. 
Y más allá el omnipresente Pico Remedio, dueño y señor de esta parte norte del Turia sirviendo siempre como referencia. Otro desvío, a la izquierda hacia Bercuta que es por donde volveré, ahora a la derecha con el barranco como cuerda.

Poco a poco iré acercándome hacia él entre unas casas a pie de camino. Al llegar al cortado estoy sobre la senda que ciclamos en la ruta del Pico Remedio http://rodaipedal.blogspot.com/2009/01/crnica-por-el-tuejar-al-remedio.html
El precioso puente de la Mozaira sigue resplandeciendo, casi irreal, como desubicado, en mitad del barranco. Intento llegar hasta él por la senda, pero la vegetación está mucho más cerrada que aquella vez y decido conformarme con verlo desde aquí. El camino se complica ahora en la bajada hacia el paso sobre el río, mucha piedra suelta y alguna moto de cross que tritura el firme bajo el potente abrazo de sus inmensa potencia. Abajo un pequeño bosque eleva las copas de los árboles para intentar sobresalir del barranco, aún les queda trabajo por hacer. El puente, casi a ras del agua no aconseja este paso en época de lluvias. La subida por el otro lado tampoco está muy bien, pero se puede subir a base de potencia, un poco más de esfuerzo para mi espalda. Iré acompañando la línea del río hacia el oeste y pasando por un paisaje más propio de los regadíos del Horta y el Camp de Turia, una red de acequias y canales riega los cultivos de hortalizas y verduras que se apiñan en pequeños campos.

Al otro lado el paisaje agreste de las montañas, más aún el alto de la Mozaira mostrando sus ennegrecidas y tristes tierras tras un reciente fuego. Hoy no quiero pensar en catastrofismos y cosas raras, bastante tengo con pedalear esta última ruta de las vacaciones antes de volver al mundanal ruido de la vida cotidiana.

Allí cerca se levanta el Mas de Zaé, una preciosa, antigua y gran casa que ofrece múltiples posibilidades: un precioso lugar de descanso o una pesadilla en una noche de tormenta… Llego al desvío de Tuejar. No entro en el pueblo así que cojo un camino que sigue recto entre los campos, este no tiene salida y retrocedo hasta aquí, giro ahora a la derecha entre las granjas en dirección al río. El camino baja hasta cruzarlo a ras de la corriente y luego comienza una alocada subida por un camino bastante roto y con mucha pendiente. Mucha piedra suelta y a tirar de potencia. Giro a la derecha buscando un camino que me acerque a la carretera del pantano, al otro lado algún camino me llevará hacia la Tartalona. Pero mi gozo en un pozo, el camino se acaba en unos campos de almendros y olivos. Detrás la montaña y la pinada parecen reírse de mí, o al menos las urracas que graznan ocultas entre los árboles. Decido que es un sitio tranquilo para almorzar y me siento bajo la sombra de un olivo. Refugiado del tremendo sol que cae a plomo en estos últimos días del verano. Atesoro esta tranquilidad para llenar el depósito que me sacará de algún apuro de vuelta a la “normalidad”.

Regreso hacia el camino principal y descubro una cueva, o al menos una oquedad en la ladera de la montaña que antes, de espaldas, no había visto. En el desvío decido que ya es hora de volver a casa, me he entretenido más de la cuenta en el almuerzo y ya no tengo tiempo de llegar a mi objetivo. Enfilo el camino que sale recto desde mi posición olvidando el camino que sube a la derecha. No tendré suerte y aquel camino también se acaba, aunque una senda ocupa el lugar que el mapa indica como camino. No me aventuraré por ella y regreso hasta cruce otra vez. Solo queda un camino por explorar, si, el de subida. Una rampa fuerte y con las odiosas piedras sueltas me recibe para ponerme en mi sitio. Si no estás dispuesto a sufrir en la bici no salgas de casa, eso pienso mientras meto todo lo que tengo para subir esta rampa.

Voy a base de potencia y equilibrio, pero en un momento dado cruzo tanto la dirección que corto mi propio avance, tanto que al final decido bajarme y subir a pie esta cruel rampa. El sol ya no perdona y se ceba conmigo. Sigo subiendo hasta llegar a un cruce, a la derecha es el que llega hasta la carretera, ya lo sé para la próxima.

Tomo el de la izquierda hacia fuente Bercuta. Paso ante unas antiguas casonas y ya intuyo cerca la fuente. Una subida final me pone en el desvío hacia la fuente o hacia la aldea. Ya tengo la fuente a la vista al otro lado del barranco y compruebo que no soy el único que he pensado en ella. Llego hasta allí para disfrutar de su fresca agua aunque la pila está bastante sucia. Desde aquí hasta casa todo es para abajo. La primera bajada está descarnada, con el firme en tan penoso estado se hace muy técnica. Luego, conforme la pendiente pierde sus brutales porcentajes el camino mejora y permite alcanzar buena velocidad. Acompaño ahora al barranco de la Puerca hasta retomar el camino de Chelva a Bercuta y cerrar el círculo. Solo me queda deshacer el camino que he hecho hace tan solo unas horas y bajar hasta Calles. Voy saboreando los últimos minutos de unas vacaciones que han dado para mucho aunque menos de lo que tenía planeado. El intensísimo calor y la dureza de las rutas terminadas han hecho necesario los días de descanso entre salida y salida. Me empapo de sol, de calor, de sudor, de pedaladas, de aire libre, de montaña, de Serranía. La próxima salida ya será en casa, en la base, con los compañeros que tanto hecho de menos en estas salidas, en las que no puedo mostrarles los rincones que tanto me gustan.






viernes, 26 de agosto de 2011

Chera-Aldea Reatillo-Embalse Buseo


Estaba ante otra de las rutas estelares de las vacaciones. Desde Chera al Reatillo y luego subir hacia Villar de Tejas, la Ermita y el refugio de la Loma, desde allí al piquillo de las Nieves y el 5 Pinos para bajar a Chera y terminar la ruta. Pero no salió como estaba previsto. Vamos a comenzar que para luego es tarde.

Salgo desde Calles en coche hacia Chera. Desde Sot de Chera la carretera se estrecha al máximo y se abraza a la montaña, a la que le come terreno, huyendo del grandioso precipicio que crea el río Reatillo a su salida del embalse de Buseo. Las vistas son todo lo magnificas que permite el prudente vistazo sin llegar a parar. Realmente es un lugar digno de visitar con calma para gozar de tanta grandiosidad. Llego al pueblo y aparco el coche junto a la piscina municipal, buscando la sombra de los pinos para la mayor parte de la jornada. Mientras estiro la musculatura el viento me avisa del cambio climatológico que se avecina mientras crecen algunas nubes. Hoy intuyo el cambio de tendencia que marcará el declive del verano, aunque aún quedarán jornadas de calor, como no, hasta allá finales de septiembre. Me dirijo hacia la iglesia y desde allí a la derecha para enlazar con la carretera que se dirige a Requena y que después del pueblo cambia completamente.
Nada de tráfico hasta el desvío a la izquierda, unos tres Km. y medio después, que baja hacia el río y aldea del Reatillo por la Juncosa. 
Antes del desvío buenas vistas de la cueva y chorrero de la Garita por delante del castillo y la sierra del 5 Pinos.  
Ya en este camino totalmente inmerso en la pinada las vistas de las montañas de la sierra del Tejo, al frente, se acercan casi hasta la punta de los dedos. La pista se estropea progresivamente conforme baja y se hace técnica entre un pedregal y grandes rampas. 
La aldea se acurruca a la falda de las montañas.  
Ya abajo el río se oye a la izquierda mientras se encajona en una garganta y el camino solo tiene salida a la derecha hacia la aldea. Me acerco a ella por el este, con el sol a la espalda, el viento de frente y las nubes cerrándose cada vez más.
La aldea, a parte de lo que parece la plaza de la iglesia, ha perdido todo el sabor rural que suelen tener estas aldeas de interior. Mal sabor de boca, o mejor dicho, peor del esperado, en esta aldea a la que tenía muchas ganas de venir, en fin, todo no se puede tener.  Seguro que alguien sabrá encontrarle el atractivo. Hay una fuente y lavadero justo delante de la iglesia pero allí un señor lavando y mirándome, como si mi indumentaria de ciclista fuera algo muy raro, me quita las ganas de pararme ha hacerle una foto. Luego pregunto a otros señores por el camino de Villar de Olmos ya que una valla me cierra el paso. La respuesta me deja helado. La valla es el mismo cercado cinegético que me fastidió la ruta Requena-RibaRoja. Me comentan que está todo cerrado y la opción es volver a Chera y subir al 5 Pinos. Por “suerte” no tengo que volver a subir el camino que acabo de bajar y una puerta canadiense me permite el paso hacia la carretera. Llego a la carretera junto a la verja que veía en aquella otra ruta desde el mismo río y giro a la izquierda. Al final veo un camino que sube a la derecha y voy a probar a ver si hay suerte: el “Treki” sigue diciendo que hay caminos, voy a probar. El camino da acceso a la finca Casa Vieja, otra puerta canadiense permite el paso y remonto una fuerte pendiente hasta la misma casa. Soy recibido con no demasiada buena gana e instado con más que insistencia y urgencia a abandonar la propiedad. Me comentan que puedo llegar a Villar de Tejas por el camino previsto tras saltarme la puerta que han puesto ya que tiene salida por el otro lado. Salgo de la propiedad y de momento vuelvo a estar en la carretera de subida hacia Chera. Nada de tráfico hasta llegar a dicho camino que además coincide con el GR 7. Giro a la izquierda y paso bajo un poste elevado que ahora deja el paso franco. La pista forestal de grava se empina de forma importante y tomo buena nota por si tuviera que volver. Efectivamente, arriba de la rampa una puerta de hierro cierra el paso aunque no está vallada en los laterales y con un poco de trabajo, a través de los arbustos, se podría pasar. No tengo opción de llegar a las casas de Valiente ni a Villar. No tengo ganas de más excursiones por el filo de las vallas ni de encontrarme encerrado en un coto de caza ni cosas por el estilo. Con una aventura así ya tuve más que suficiente.
Vuelvo atrás con el camino aprendido. Ya en la carretera regreso hacia el pueblo, siempre en subida. Me desvío a la izquierda para almorzar en la cueva de la Garita.
El precioso enclave me servirá de lugar de reposo. Allí será momento de recalcular la ruta a ver que hago a partir de aquí. Las opciones son: subir al 5 Pinos y el Piquillo para disfrutar de las vistas; eso sí con el estomago lleno… o bajar hacia el reatillo y el embalse a descubrir aquella zona. Primero almuerzo envuelto en el suave canto del agua al desplomarse contra el musgo que cubre la roca. La poca agua que cae hace que sea un rumor sordo y quedo, tan arrullador que te sumerge en una somnolencia amplificada por el silencio y la tranquilidad que se respira aquí. El calor también ayuda a buscar la sombra y mantenerse fresco y relajado. Pero tengo que salir al sol. Las nubes se han disipado mientras almorzaba y ahora pega con fuerza dejando una atmosfera limpia y transparente. Ya me he decidido por donde seguir la ruta. Retorno a la carretera hasta el  barrio de Arriba para enlazar con el camino de la Madroñosa que llega hasta el mismo río y lo cruza subiendo hacia la Sierra del Burgal, la Vallesa y Siete Aguas. Antes me encontraré con la fuente del Río y el desvío hacia el chorrero de la Castellana que ya se dejaba ver desde el camino.
Una breve pero increíble visita me pone ante otra espectacular caída de agua de unos 12 ó 15 metros hasta una poza redonda que permite perfectamente el baño. Luego cruzo el puente sobre el río y llego hasta fuente Romero a escasos 250 metros. Un paraje tranquilo en el que descansar un rato. Vuelvo atrás y tomo el desvío junto a la fuente del Río hacia el pantano. 
El camino se hace un tanto aéreo dejando a mi derecha el río y más allá las enormes montañas erosionadas que se moldean de manera caprichosa pero siempre impresionante. Varios murales del parque geológico se levantan a lo largo del camino indicando las diversas formaciones y periodos a los que pertenecen. El recorrido es espectacular y deja boquiabierto por la dimensión que cobran las montañas desde esta perspectiva. El contraste de colores contribuye, sobremanera, a engrandecer los paisajes. Continúo el serpenteante camino para enlazar junto a otro puente con el camino que sube a Chera o bien, a la derecha, se adentra en los dominios del embalse. Un arco sobre el camino indica el área recreativa del Buseo, la zona de acampada y las fuentes y el bar. A partir de aquí las vistas del pantano se suceden.
Primero la cola del embalse deja ver una zona de verde vegetación allí donde hasta hace poco había agua. Al final no va a ser un tiro al aire este intento de salvar el día. La apabullante belleza del paisaje compensa la inacaba ruta prevista, ya la volveré a planear.                                                                                                                                                                                                            
Ahora sigo alucinando con el espectáculo, dejándome llevar por el terreno hasta la zona de acampada. Allí bajo hasta el mismo nivel del agua para volver a subir al camino poco después.
                                                           
Luego el azul se adueña de paisaje y se filtra a través de la pinada para sobrecoger de belleza al corazón. Es increíble. Recorro el camino que ya conocía pero que había olvidado por completo; tanto que ni siquiera estaba seguro de su existencia, y eso -pienso- que esta era una ruta de exploración después del fiasco de la ruta planificada.
Dibujando las curvas de la montaña con el camino llego hasta el final de este camino. El barranco de la Hoz abre su boca al pantano. Un alud de inmensas piedras oculta, casi por completo, la corriente de agua que alimenta el lago. en época de lluvias no será fácil pasar por aquí, pero ahora sí.
Cruzo entre las piedras para seguir una amplia senda al otro lado y mirar atrás antes de iniciar la subida final hacia la presa. 
La senda, perfectamente ciclable se vuelve a internar en la pinada y ofrece más espectaculares vistas. Luego sigo por la senda a la izquierda dejando de lado un camino pedregoso que sube. Llego a la presa para seguir contemplando la inmensa balsa de agua que se forma a mis pies, contenida por la faraónica obra de ingeniería que es también esta presa. Por cierto, la única que conozco a la que no se puede llegar en coche.
El río sigue curso abajo para formar la enorme garganta y precipicio, que veía desde el coche, camino de Sot de Chera y de su encuentro con el Turia más tarde. Remonto por el otro lado por un paseo hasta la casa del pantano. Allí empieza una carreterita que sube hasta la carretera principal. Sin embargo la subida aún me reportará algunas postales inolvidables, a vista de pájaro, de esta ruta.
Allí empieza una carreterita que sube hasta la carretera principal. Sin embargo la subida aún me reportará algunas postales inolvidables, a vista de pájaro, de esta ruta. La sierra del Burgal cerrando la parte sur del pantano y dejando ver el camino que sube en diagonal hasta aquel camino aéreo que recorrimos en la ruta http://rodaipedal.blogspot.com/2010/01/cronica-embalse-loriguilla-pico-rope-la.html Varios caminos salen a mi izquierda y desconozco si son ciclables hasta llegar al pueblo. Sin haber podido planificarlo y sabiendo del poquísimo tráfico de la carretera decido hacer esos Km. por la susodicha y llegar así al pueblo y entrar por la chopera y fuente que he visto cuando llegaba esta mañana y que es la fuente del barrio.
Ya en la chopera entro hacia la fuente y el pueblo por un camino empinado bajo la cubierta vegetal de mil y un tipos distinto de árboles. Satisfecho por la ruta realizada vuelvo en coche hasta casa mientras aún alucino con los paisajes que ofrece esta zona entre la Serranía y la Hoya de Buñol.






miércoles, 24 de agosto de 2011

Losa del Obispo-Escalinata del Canal del Turia (Casinos)

Esta fue una de las últimas rutas preparadas antes de comenzar las vacaciones. Ya hacía tiempo que quería recorrer el canal principal del Turia igual que lo había hecho con el del Júcar-Turia http://bikepedalvalencia.blogspot.com/2010/12/el-verano-pasado-recorriendo-las-rutas.html Incluso antes que aquél esta ruta estaba dando vueltas por mi imaginación, pero siempre encontraba alguna otra ruta que posponía el enfrentarme a este reto. La ruta prevista no era todo el canal ya que los primeros Km. desde que sale de Benageber hasta llegar a Losa son un tanto erráticos y tortuosos. Además eso obligaría, otra vez, a que alguien me llevara al inicio del canal y me recogiera al final. Así que preparé una ruta corta para conocer esta parte “más montañosa” antes de llegar a la planicie del Camp de Turia donde el recorrido se hace más fácil. Pero vamos a comenzar con la ruta que es el propósito de esta crónica.

Salía en coche hacia Losa, pues llegar hasta allí desde Calles en bici no es tarea ni sencilla ni corta como comprobé en una ruta reciente. Aparco junto a la piscina y me enfrento de salida con una rampa asfaltada que se encarama hacia la sierra del Tarragón. Es una rampa corta pero de una intensidad brutal nada más comenzar a pedalear, aún sin calor ni ritmo en las piernas. Las pulsaciones se disparan y jadeo en busca de aire a las primeras de cambio. Estos, como no podían ser de otra manera, están al máximo de multiplicación y muevo las piernas con el molinillo para empezar. Pronto, la cadencia cae en picado y no hay más remedio que arrastrar el desarrollo hacia arriba. Llegado a esta máxima altitud comienzo un llaneo. El camino pierde en muchas ocasiones la orilla del canal y zigzaguea entre los campos.  
Paso una serie de lagunas que hay en toda esta zona, no parecen igual que las de las canteras abandonadas; no hay restos de actividad minera. Luego bajo para cruzar la carretera de Villar a Bugarra.  
Villar se asoma a lo lejos dejando ver tras de sí la muela. 
Aquí el canal y el camino ya se unen en un maridaje casi perfecto. Una gran variedad de cultivos se suceden a lo largo de los Km. e incluso algún rebaño de ovejas sale a mi encuentro. Luego llego a otra carretera que tendré que cruzar, la de Villar a Chulilla que pasa por Vanacloig. Una inmensa fábrica de ladrillos eleva su polvorienta actividad al cielo.
Poco después llego a la rambla Castellana para cruzarla junto al acueducto del canal entre una inmensa y preciosa arboleda a la que le falta, al menos desde el camino no se ve ni hay señales, un área de recreo o alguna zona de descanso. Allí mismo si hay una señal que indica el itinerario cultural de “las edades del hombre”. 
Enseguida cruzo la CV 35 por un paso elevado que ofrece buenas vistas de la serranía perdiéndose a lo lejos con la cicatriz que produce en su fisonomía la carretera. La parte sur de esta carretera es la planicie en la que se asientan las bodegas de Vanacloig, toda esta zona es un inmenso campo de cultivos.


Enseguida cruzo la CV 35 por un paso elevado que ofrece buenas vistas de la serranía perdiéndose a lo lejos con la cicatriz que produce en su fisonomía la carretera. La parte sur de esta carretera es la planicie en la que se asientan las bodegas de Vanacloig, toda esta zona es un inmenso campo de cultivos.
Las montañas de Zalagardos se acercan conforme avanza la ruta y el camino de servicio del canal entra en esta enorme y desconocida pinada. El canal se interna entre los árboles y entre la montaña, se mueve como pez en el agua y gran cantidad de túneles se abren en las montañas por las que discurre. A la vista de uno de estos túneles paro a almorzar antes de emprender la parte de bajada.
Paso una antigua cantera de piedra en la zona más al sur de la pinada. Luego empiezo a girar a la izquierda ciñéndome a la loma de la montaña y el camino toma rumbo norte. La planicie del Camp de Turia, que se nutre de este canal ya es visible, o al menos predecible, entre la bruma nacida del calor. Urbanizaciones y chalets se asoman al camino.
El rumor del agua corriendo por su propia autopista es un estimulante y refrescante analgésico contra el calor y los Km. Intuyo cerca la Escalinata.
Y antes de darme cuenta estoy en el camino que me deja frente a ella, justo al otro lado de la zona a la que llegué en mi anterior ruta hasta aquí desde Riba Roja.
Aparezco justo arriba de la escalinata que derrama, en cascada, cantidades ingentes de agua como una preciosa cortina de plata. Aquí la rueda trasera dice basta y ya no aguanta más. Hace días que pierde aire a lo largo de la ruta y llega a casa de milagro. Hoy a mitad de camino ya está completamente deshinchada. Debajo de la escalinata y con menos de un Km. recorrido vuelve a estar seca. Esto hace inviable la vuelta que tenía prevista por Casinos-Torreseca- Bodegas del Nuevo Mundo y Villar. Así que decido tomar el carril bici y llegar lo más recto y rápido posible a Losa y dar por concluida la ruta.
El carril es fácil de rodar y aunque comienza con una interesante subida no se hace pesado. Lo peor es que la bici me culea por la pérdida de aire de la rueda y no tengo ni tracción ni trayectoria, casi voy haciendo eses. Tengo que parar otras 5 veces a hinchar la rueda antes de concluir la ruta.
En definitiva me quedo con esta media ruta que me da la escusa para hacer otra tentativa y recorrer, las montañas que ahora veo al otro lado de la carretera, y que me acercarán a las conocidas bodegas y o otras que se quedaron en el tintero.