jueves, 30 de junio de 2011

Riba Roja-Miravalencia


Hoy tocaba una ruta suave. O eso creía. Los poco más de 37Km del sábado me pedían un poco de “vidilla” así que iba ha meterme una buena kilometrada para compensar. No esperaba demasiado de la ruta y quizá por eso al final me ha dejado muy buen sabor de boca. Bueno, eso y un par de lugares más que interesantes que he descubierto. También ha servido como acercamiento hacia Buñol a donde quiero llegar un día desde Riba Roja. Pero vamos al principio para no mezclar las cosas.

Me levanto pronto y a eso de las 7 ya estoy desayunando, vistiéndome y estirando. Salgo de casa con una ligera bruma enturbiando el cielo matinal y el bochorno de la noche reemplazado por una agradable, fresca y madrugadora brisa.
Salgo del pueblo hacia Porxinos, siempre me parece ver este lugar por primera vez: la exuberante arboleda y la enorme masa de naranjos que rodean la masía. El camino de subida a Les Rodanes lo dejo a mi derecha y llego enseguida al camino de Cheste. A la inútil y absurda “autopista” que han hecho aquí y que me lleva girando a la izquierda hacia Loriguilla. Después cruzo la vía del tren enfrente del Mas de Mompó que aún aguanta el paso del tiempo mejor que la Masía de Baló: este pobre testigo del pasado ha quedado, literalmente, ahogado por naves industriales.
La parcela donde se ubica está pegada a altas y modernas naves industriales a las que nada les importa el pasado y la historia de este despojo en que se está convirtiendo el lugar. “A ver cuando nos dejan construir” estará pensando alguien. Bajo al cauce del barranc del Poll y por el otro lado me dirijo hacia Perentxiza. Hasta aquí nada nuevo. Pero poco después de cruzar el barranco de Pelos, giro a la derecha por un camino que me llevará recto hasta la subida a la Muela de Pota. Justo a sus pies giro a la derecha para bordearla dejándola a mi izquierda, este camino es el que seguimos en aquella incursión hacia Chiva por este camino. Llego hasta aquel camino roto que rodeaba los campos de naranjos; si están trabajando puede que encontremos las puertas abiertas pero igual la siguiente puerta está cerrada así que mejor no intentarlo y seguir el camino marcado. Recordaba el camino igual que está, con roderas y baches del 8 y pedruscos sueltos, así que mejor me bajo y arrastro la bici unos 50 metros. Ya abajo de los chalets cojo el camino del centro de las tres opciones y empiezo a rodar por una zona completamente nueva. Cruzo la CV-417 y empiezo a intuir las montañas al fondo.
El paisaje empieza a cambiar y las vides se reparten el protagonismo con los naranjos, no en vano al poco llego a una enorme bodega vinícola. Sigo de frente acercándome a la zona montañosa de Godelleta, dejo atrás la CV-50 y me pego a la falda de una montaña urbanizada. Por no coger un tramo de carretera me meto en un camino que acaba en una senda junto a un chalet. No se puede ciclar pero se puede ir andando con la bici al lado por el lindero del campo hasta llegar, unos 50 metros más allá, otra vez al camino.
Bajo la urbanización Royo Alto y giro a la derecha dejando a mi izquierda el barranco del Murtal. Voy por un camino asfaltado sin apenas tráfico, la verdad es que he tocado muchos caminos asfaltados pero la máxima de que no sean carretera y no tengan tráfico procuro cumplirla lo máximo posible. Al otro lado del barranco la montaña se oculta bajo la pinada, y en el curso se adivina agua bajo el tupido cañaveral que dibuja el discurrir del riachuelo. Llego así a una zona de exuberante vegetación y un camino a la izquierda que se adentra en ella. La curiosidad puede más que el track y me desvío a investigar. Es el paraje de la fuente del Prado.
Un precioso rincón entre la montaña y el riachuelo, cubierto de pinos que refrescan el lugar con sus gigantescas sombras. Mesas fuente y paelleros, incluso papeleras y contenedores que están más de adorno que otra cosa, o al menos eso deben pensar los energúmenos que han estado por aquí últimamente: igual son los mismos que dejaron hecho unos zorros el parque de Bétera, o el de la Presa, hace unas semanas, o quizá es, simplemente, la guarrería de demasiados “amantes de la naturaleza” que mejor si se quedaran en su puñetera casa.
Continúo hacia delante para ver, al salir de la curva, mi objetivo. El alto del Cerrajón alberga el V.G. Miravalencia. El camino de acceso está al otro lado de otra carretera, la CV-421 entre Chiva y Turís. Inicio el ascenso y tomo el camino de la derecha ya que el otro, de asfalto, llega a un chalet. Enseguida la subida se pone brava, nada insuperable pero que exige toda la potencia para seguir avanzando. La pinada es exuberante en toda la montaña, hecho que evitará poder gozar de buenas vistas desde aquí arriba. En la cumbre hay dos chalets y otro continuando el camino hasta el final. Junto a la curva que hay nada más coronar, está, casi cubierto por la vegetación, el pilar con la señal geodésica, y junto a él un mojón de término municipal: 3 pueblos limitan aquí arriba sus territorios. Encaramado en lo alto me esfuerzo en otear el horizonte. La bruma no permite mucha visibilidad e incluso el “flan” (Motrotón) se difumina en la distancia.
La sierra de Martés es un espejismo y los más cercanos molinos eólicos de Buñol se desdibujan en lo alto de la sierra justo por encima del dantesco edificio de la cementera, así como los Parapetos o el Pico Hierbas.
Miro hacia Valencia pero la altura de los pinos que me rodea no permite ver más allá de sus copas, y por si queda algún hueco la bruma se encarga de cubrir el horizonte en tal dirección, así que la impresionante vista de la capital que me habían anunciado desde aquí arriba se ahoga en la calima que ensombrece el día. Me bajo del pilar resignado y me pertrecho con el equipo para ponerme en marcha otra vez. Deshago parte del camino hasta la curva aquella donde tuve oportunidad de ver por primera vez esta montaña. El desvío que tenía que coger antes de dicha curva lleva a un camino sin salida así que tengo que improvisar otro camino para enlazar con el track. Lo encuentro en un camino a la izquierda que baja hacia el fondo de un barranco y luego sube hacia la masía de la Purísima.
Es un verde valle plantado de naranjos y vides en armonía con los pinos que cubren las laderas. Un exuberante rincón arrancado a las secas tierras del interior a base de riegos por goteo. Acabo de subir la ladera para encontrar un gigantesco depósito de agua a mi izquierda, el camino enfila ahora la bajada hacia el barranco de la Canaleja y de allí hacia Chiva, pasando por delante de un cuidado albergue municipal cerrado a cal y canto, cruzando el paso subterráneo del Ave y entrando en el pueblo.
Las obras en la calle que baja hacia la plaza de las fuentes me obliga a dar un rodeo antes de poder cargar agua y refrescarme del bochornoso calor que a pesar de todo me acompaña. Estoy bebiendo tanta agua que me pesa el estómago y no voy del todo cómodo pero no puedo dejar de beber si no quiero tener una pájara por deshidratación, es un círculo vicioso que me hace sentirme mal haga lo que haga. El cansancio, producido por el calor más que nada no da tregua y empieza a sobrecargarme las piernas. El círculo ya es una bola de nieve cuesta abajo. Llego a Cheste y cojo el camino que me llevará por el barranco del Poyo, no tengo ganas de carretera hasta el desvío de Pozalet. El misterio de las aguas del barranco no puedo resolverlo; hay dos pasos por los que hay que cruzar las aguas pero a veces no las cruzas siendo que el agua sigue su recorrido. Aun así me gusta este camino de piedras y tierra más apto para nuestra especialidad que la carretera.
Me desvío para ver una granja de toros que siguen con su rutina a pesar del fotógrafo que los observa, poco después serán unas rapaces quienes justo encima mío se llaman y me sobrevuelan, no creía ir tan mal, solo espero que no lleguen los cuervos o los buitres.
Luego unas plantas a modo de acacias, quizá lo son, muestran sus enormes espinas al viento, y así llego al final de este tramo que me ha deparado hoy mucho entretenimiento. Salgo hacia Pozalet y luego recorto por el Altico de los Pinos para acercarme a la pedrera y de allí al camino de Cheste que me bajará a Porxinos, ya solo queda entrar en el pueblo y tomar esa cerveza que me reponga de los minerales que no me aporta el agua. Bonita ruta en definitiva que me ha aportado más de lo que esperaba, no la pondré entre las favoritas pero el placer de haberla rodado no me lo quita nadie. Hasta la próxima.



TRACK DE LA RUTA: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=1818055