jueves, 20 de marzo de 2014

Riba Roja-Turia-Carraixet-Ramblas (Primera y Castellana)


No tengas miedo de perderte... 
El tiempo pasa tan despacio en Sildavia. 
No hay desiertos, no hay falsa pasión. 
Un nuevo destino para el ocio.
Errante en busca de un lugar. 
Pregunta primero a tu imaginación. 
Sildavia no se halla en los mapas… 

Así que, a golpe de ratón, dibujo mi ruta, mi propia Sildavia, un mundo feliz alejado lo más posible del mundo que me rodea, al más puro estilo “My way”, lo más cañero posible, más cerca de Nina Hagen que de Nina Simone, esas son mis rutas, y como no podía ser de otra manera, también esta.
En esta ruta iba a conectar caminos que he recorrido recientemente; el parque fluvial del Turia, el barranco del Carraixet y las ramblas, tanto Primera como Castellana y Artaj, pero todos formado parte de otras rutas, así que me dije ¿porqué no unir todos estos “ríos” en una ruta? además son los principales causantes de la riada del 57, así que algo de historia sí que tienen. La ruta no es complicada pero los más de 100 Km. de pedaleo al final se dejaron notar. Vamos a verla en detalle.

El río sigue ofreciendo postales increíbles día a día, da igual el día, la hora, la estación en la que pases, el clima, todo le afecta y lo transforma para ofrecer diferentes caras de una misma moneda: olores, colores, brillos, matices, fauna, flora; destellos y pinceladas de un cuadro inacabado e inacabable, siempre cambiante sobre un mismo tema. 

No deja de sorprender en sí mismo. A las 8 de la mañana encuentro poca gente en un día que amanece fresco pero que cuando se eleve el sol el calor se dejará notar, así que ya sin los ropajes de invierno pero con unas mallas y doble camiseta larga para esta primera parte de la ruta. El plácido y casi solitario paseo se acaba en el parque de cabecera donde ya empiezo a encontrarme con más gente que recorre los caminos, luego los jardines del
Turia a su paso por el centro de Valencia, menos abarrotados que hace unas semanas pero también con mucha gente, aunque aquí es lo normal. 

Este paseo es extraordinario pues aúna la monumentalidad de los puentes y los monumentos a pie de calle con la frondosidad arbórea del propio jardín. 

Y al final la monumental ciudad de las Artes y las Ciencias. Dejando a un lado el ruinoso tema económico y la nefasta gestión de este espacio, su contemplación y un paseo por este escenario es algo increíble, algo futurista transportado a nuestros días. Además ahora hay unas figuras arquitectónicas dedicadas a los planetas que aún dota de más surrealismo a este espacio; me viene a la cabeza la canción de Aviador Dro, Nestor el Ciborg. Pero allí junto a tanta modernidad sub vive una estructura de un pasado casi olvidado: la casa de compuertas de la acequia del Oro. 

Esto me recuerda que tengo pendiente una ruta por este mismo camino para ver detalladamente los elementos de riego en el cauce del río. Tras llegar al final del camino junto al río (aunque técnicamente, si cruzo al otro lado aún puedo continuar junto al río hasta las vías del tren, pero por este lado no), subo hasta el carril bici que pasa por delante de la entrada al Oceanográfico. Este carril bici llega hasta el barrio de Nazaret, bordeándolo hasta el puente de Astilleros. 

Aquí es donde moría el río, donde entregaba su vida al mar antes del plan sur, antes de desterrar al río por su crimen del 57, antes de que definitivamente nos olvidáramos de él. Esta última parte del viejo cauce fue durante muchos años una zona industrial con muchos productos altamente contaminantes, y aunque ya hace tiempo que se hizo la limpieza de estos suelos, aún no se ha procedido a abrir este tramo uniéndolo al jardín del Turia, por lo que este jardín sigue inacabado. Ya veo algunos tramos del antiguo circuito urbano de F1, tampoco hablaremos de gastos, sobrecostes, pelotazos, etc. Tras cruzar el puente de Astilleros el carril bici desaparece, apáñatelas para conectar con el carril bici que sigue por el puerto de la Américas Cup. Aquí fuera es de color rojo y dentro del puerto hay tramos que es azul y otros que es verde. Ya se podrían poner de acuerdo y unificar, de una vez por todas, el color de los carriles bici y no pintar de ese mismo color las separaciones de las glorietas o rotondas, pero no, aquí somos así de chulos ¡qué pasa! Sigo por encima de la acera hasta la avenida del puerto. 

Allí, frente al edificio del reloj espero a que el semáforo se ponga verde para adentrarme en el recinto portuario. Allí donde antes estuvieron los tornos para entrar en las instalaciones del puerto durante la celebración de la Copa América. Cruzo por el tinglado nº2 para acercarme al mar y ver la parte de atrás del edificio del reloj así como la entrada a la Marina y las bases de los distintos equipos que compitieron en la Copa América. Otro espacio de esplendor arrasado por la crisis y por la mala gestión de estos espacios. Pero hoy no es momento para hablar de estos temas, cosa que cada vez me interesa menos, hablar de estos temas me refiero. Paseo junto al mar admirando las modernas construcciones e internándome en bicicleta por el trazado de la F1, compartiendo espacio físico aunque no temporal con Ferraris, Mercedes y demás bólidos y con pilotos como Fernando Alonso, Vettel o Shumacher. Llego hasta el puente levadizo que se encuentra cerrado. 

Llego hasta el muro de separación del puerto con la playa de la Malvarrosa. Allí a 31Km. de casa almuerzo mirando al mar, a la playa, que se prepara para la inundación de gente ansiosa por tomar el sol que, poco a poco, a lo largo de los días, irá acercándose como una marabunta a reclamar su porción de cáncer de piel bajo un sol abrasador durante los días de verano. El mar, ajeno a todos los cambios habidos y por haber en esta Valencia que ha reclamado un lugar en el mapa en los últimos años y que deberá pagar en los próximos, sigue batiendo con cansada parsimonia contra una orilla cambiante, contra una playa que ya no guarda sus barcas en la arena y que sigue cambiando el horizonte que antes eran sus casitas de pescadores por negocios de restauración y ocio junto a un paseo que es la envidia de media Europa. Por él me encamino rumbo norte hacia el Barranco del Carraixet. Al final del paseo marítimo que une las playas de la Malvarrosa en Valencia con la Patacona en Alboraya, tomo el camino junto al camping y al fin llego al barranco. 

Lo cruzo por el puente para tener una preciosa vista de la ermita del Peixets y los cormoranes en la barrera que limitan la entrada de agua marina en la desembocadura del barranco o “riu sec”. Remonto el Carraixet que en época de lluvias en un autentico río ya que drena la parte sur de la sierra Calderona, de ahí que en la riada trajera tanta agua. El camino no presenta dificultad salvo en los pasos donde se cruza con: primero la carretera de salida norte de Alboraya, la CV-311, segundo las vías del metro, tercero, ya en Almàssera, la carretera entre Almàssera y Tabernes Blanques, cuarto, la carretera entre Alfara del Patriarca y Vinalesa, que hay que transitar unos 100 metros, quinto la carretera entre Bétera y Náquera que hay que cruzar. Parece muy complicado pero no lo es tanto. La primera dificultad tiene un stop al final del camino y un paso de peatones; con precaución y dejándose ver y controlando que los coches vayan a respetar nuestro paso no tiene dificultad, ya al otro lado seguimos por carril bici hasta retomar el camino. Luego llega lo de la vía, los trenes no pasan con tanta frecuencia como para que esto suponga un problema siempre que crucemos con cabeza y con la consiguiente precaución, hay que salvar un quitamiedos para llegar otra vez al camino que se adentra paralelo al barranco al sur del pueblo de Almàssera. Allí llegamos a otro cruce como el de la carretera de antes, aunque aquí no tenemos paso de peatones y hay que extremar más si cabe la precaución. Al otro lado del puente la ermita de los desamparados. El camino sigue trazando una curva hacia el norte que nos lleva hacia Bonrepos, hacemos la rotonda con poquísimo tráfico y seguimos con el cauce a nuestra izquierda, aunque al otro lado también hay camino. Sigo hacia Vinalesa por un camino muy llano y polvoriento en el que algún coche que pasa levanta una polvareda de proporciones bíblicas que casi obliga a parar hasta que se asiente la nube. 

En el punto donde se junta el encauzado barranco de los Frailes hay una bonita vista del viejo molino de Alfara. Poco después el sifón por donde la Real Acequia de Moncada cruza el barranco del Carraixet. Toca ahora incorporarse a la carretera hacia la izquierda, para salir un centenar de metros más allá a la derecha por un camino casi dentro del mismo barranco. Si aún no estamos dentro de él lo estaremos poco más adelante ya que a partir de aquí vamos a adentrarnos en el fondo del barranco, recorriendo en estos siguientes Kms. la parte más fea del recorrido. Los cantos rodados serán la tónica del siguiente tramo. Eso y el paso junto a escombros de obra y desechos varios. No llega a parecer un basurero pero sí un vertedero, así como una parte bastante descuidada del camino. Rodar incómodo entre pedruscos y un paisaje de pobre vegetación y cañar. Esta zona será, imagino, intransitable tras época de lluvias ya que hay que rodar por dentro del cauce. Luego el camino cruza el barranco, dejándolo a la derecha de la marcha y subiendo hacia una ladera para tenerlo en perspectiva. 

Pasa una zona de fondo rocoso donde el agua queda atrapada en pequeñas pozas que se evaporarán con el calor pero que serán un oasis para la fauna de la zona. Estoy cerca de San Isidro de Benageber y el cauce está a punto de virar a la izquierda rumbo oeste y abandonar esta pronunciada marcha hacia el norte que llevaba. Paso bajo la CV-315 y después bajo la A-7 dejando atrás la parte más fea de la ruta, bueno casi. Varios vados cruzan el cauce y se ve agua en alguno de ellos, quizá fruto de las últimas lluvias o de aportes de acequias u otros vertidos. Sin descartar que sea fruto de los aportes de dos barrancos que se unen desde el norte y que confluyen prácticamente en el mismo sitio: los barrancos de Náquera primero y de Porta Coeli después. Dejo atrás un desvío que a la izquierda me llevaría hacia la Torre Bofilla, una torre defensiva y los restos de una alquería Islámica cerca de Bétera. Luego, siguiendo el track que tengo marcado  salgo del cauce y me adentro en el P.I. para volver a la orilla del barranco en un paseo absurdo que no sé bien por qué lo tracé así. Al final del polígono cruzo a la orilla norte del barranco y por un camino asfaltado entre naranjos llego hasta la entrada a otro polígono. Aquí desvío a la izquierda intentando encontrar un camino por el barranco para cruzar bajo la carretera de Bétera a Náquera. Donde teóricamente está el camino una maraña de arbustos invade la entrada y dificulta su localización, por lo que sigo una pseudo senda que se adentra en el barranco hasta que finalmente se difumina entre los pedruscos y las zarzas, hasta imposibilitarme el paso. Tengo que volver atrás hasta el asfalto y continuar a la izquierda hasta el muro de una antigua masía. 

Encuentro en el interior, vista por encima del muro, la fachada de lo que parece una iglesia o algo así, a juzgar por la campana y los pináculos góticos que adornan sus cuatro vértices, todo ello muy tapado por la gran pinada que rodea al edificio. Giro a la izquierda y ya sobre la carretera de Náquera veo la entrada a esta finca. Toca cruzar la carretera con toda la precaución del mundo pues el tráfico es intenso y rápido, a pesar de ser una carretera señalada con intenso tráfico ciclista. No estaría de más que esta carreteras que tienen tanto tráfico ciclista tuvieran un carril bici, si no cabe al margen de la carretera se debería pintar media calzada de rojo como un carril bici, de esta manera los coches, al tener que circular casi por encima de un carril bici tenderían a respetarnos más, aunque fuera por aquello de estar compartiendo un mismo espacio, creo que podría ser una idea interesante, pero vamos a seguir pedaleando. Una vez al otro lado y sin llegar a tomar el puente, tomo un camino a la derecha que baja hasta el cauce. Tomo el mismo barranco pero este cambia la denominación, es ahora el barranco de Olocau. Allí veo que se ha habilitado una zona como campo de tiro con arco. Sigo pegado al barranco para ver, al frente y al otro lado, la fachada amarilla con ventanas verdes de la Masía del Olivar, una masía reconvertida en salón de celebraciones. 

Un poco más adelante salta a la vista entre la pinada la torre de la Masía del Carmen con el viejo molino como testigo de otra época. Toca ahora separarse del curso del barranco un poco. Paso junto a la urbanización junto a la base militar de Bétera. Veo por la parte de atrás una iglesia que dejaré al otro lado de la valla que me cierra el paso para una siguiente ruta en que me acerque a ver esta edificación. Sigo adelante pero buscando los caminos que van girando a la izquierda para llevarme, entre naranjos, junto al barranco seco de Olocau. Lo retomaré nuevamente para cruzarlo y girar a la derecha remontando su cauce que se volverá a alejar a mi derecha. El camino de Alcublas me hará pasar junto a una explotación ganadera con las vacas al otro lado de la valla. El intenso olor de ganado, tan olvidado en las grandes ciudades me recuerda a mi infancia cuando visitaba el pueblo de mi padre. No era un olor agradable en aquel entonces pero la nostalgia y la melancolía me hacen que no sea desagradable ahora. Me trasporta y me sumerge en un mundo diferente, tan distinto del actual que parece mentira. Sin este mundo rural de animales y olores no sería posible este mundo tan tecnológico que vivimos. Dependemos del primero para comer y seguir adelante entre gigas de información y mega pixeles de pantallas que miramos con tanta intensidad que se nos olvida mirar a donde pisamos, veo a diario a muchos “chafamierdas” tan abstraídos de la realidad que parecen (o son) zombis tecnológicos, siempre en contacto con todo el mundo menos con quien tienes delante. Seguro que lo que están mirando no es realmente tan importante, qué será de nosotros cuando realmente lo sea. Sigo el camino, a la  entrada de la urbanización izquierda y luego derecha. Entro brevemente en el curso del barranco para ver como a él se une otro barranco, el de Pedralvilla que recoge sus aguas desde las mismas puertas de Tristán, de Peñas Altas, del Montemayor. 

El curso se oculta tras la muralla de naranjos que ya ofrece su flor y aroma de azahar en muchos lugares, este aroma se intensificará en las próximas semanas para convertirse en un espectáculo maravilloso que nos hará disfrutar al máximo de los paseos por el campo. Es una pena no sacarle más partido a esta gran ofrenda de la naturaleza, a la altura si no más que el valle del Jerte, el aroma es incomparable. No pretendo crear una rivalidad absurda pero allí han sabido explotar muy bien ese elemento tan característico con unas buenas rutas turísticas y aquí no, cuando la extensión es mucho mayor. Tras esto me acerco a la pirotecnia que hay junto al barranco y sigo el camino adelante dejándola a mi derecha al otro lado. 

El camino desemboca en otro que tomaré a la derecha hasta el barranco; del que saldré unos metros más allá en una pronunciada rampa destrozada por los efectos del arrastre del agua. Será el último contacto con el barranco del Carraixet-Olocau que seguirá hacia el norte, recogiendo las aguas que bajarán junto a la carretera de Llíria-Olocau-Marines Viejo-Gátova, la CV-25, desde su punto más alto coincidiendo con la separación provincial con Castellón. Mientras, yo pongo rumbo noroeste. Paso la carretera de Llíria-Olocau junto al pueblo de Marines nuevo, resultado de la reubicación de este pueblo cuando en la riada del 57 la crecida del barranco arrasó medio pueblo y este se dividió para ocupar la zona plana al pie de las montañas y a mitad de camino de Llíria. Paso por la urbanización el Romeral camino a la siguiente rambla, barranco o río de la ruta: la rambla Primera o Escarihuela. Esta recoge las aguas de las montañas entre Alcublas y Gátova, una amplísima zona de montaña con numerosos barrancos que al final van a drenar en este. 

No será fácil seguir su curso pues, entre curvas, cultivos, puentes y demás, tendré primero que meterme en el propio barranco por un camino que se aleja de él, ante lo cual decido continuar por una senda muy desdibujada que me obliga a pedalear por un autentico pedregal. Llego a otro camino a la izquierda que viene a morir al barranco y salgo por él para hacer la curva y volver a meterme en el barranco, para cruzarlo a la vista de un puente. Remonto ya al otro lado, giro a la izquierda y paso por el puente sobre la carretera, luego el primer camino a la derecha me lleva hasta una granja con tejado rojo, otro giro a la izquierda para rodear el campo de tiro y buscar una salida a la derecha que vuelve a bajar hacia el barranco. Ya decía que no es un tramo fácil del camino, solo de contarlo me estoy mareando, sobre el terreno es un verdadero laberinto difícil de seguir sin las precisas indicaciones del GPS, pero aún no se ha acabado. 

Vuelvo a cruzar el barranco en la unión de este con otro que está perfectamente encauzado, remonto y lo sigo hasta poder cruzar al lado sur del barranco y buscar una carretera que baje nuevamente hacia la rambla. 

Más zigzag del camino que me han acercando poco a poco hacia la CV-35 junto al nuevo hospital en obras, tan abandonado que cuando se ponga nuevamente en marcha será viejo. Buscando una paso a la autovía rodeo todo el hospital, cruzo por un puente y vuelvo hacia el cauce. Ya he perdido la cuenta de las veces que lo he cruzado, me he alejado de él y he vuelto a divisarlo. Así llego a la CV-376 de Llíria a Pedralba, una vez cruzada la carretera, sigo por el camino que surge casi de frente paralelo al barranco, este camino se aleja poco a poco de esta rambla y ya no volveré a buscar un acercamiento, me despido de la rambla Primera y pongo rumbo hacia la última de las ramblas del día de hoy; la rambla Castellana. Esta rambla se divide un poco más arriba de Domeño, siguiendo, la rambla Castellana hacia el oeste antes de subir hacia el norte por Villar del Arzobispo y pasar a ser la rambla Aceña; en cambio la parte que sigue más hacia al norte pasa por Casinos y sigue hacia Artaj de donde toma la denominación, antes de esto viene desde Andilla con este mismo nombre, bajando las aguas desde las últimas estribaciones de las sierras de Jabalambre y el Toro. 

Antes de encontrar esta rambla pasaré entre más y más campos de naranjos antes de llegar a la parte de atrás del Mas de Panxa, una explotación de naranjos con una gran masía en el centro. Llego hasta otra carretera, la de Benaguacil-Pedralba, giro a la izquierda y luego derecha para bajar hasta la gran rambla que ya recorrí en las rutas: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2010/12/riba-roja-casinos-escalinata.html y http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2014/01/riba-roja-la-sena-torre-seca-casinos.html 

Hoy solo recorreré los últimos metros antes de que esta llegue a desembocar en el río Turia justo después de la gravera. 

Remonto también un poco el río para encontrar el puente de tubos por el que pasar a este lado y remontar hacia el camino de la Pea y por él llegar hasta el camino del parque fluvial del Turia, que hoy recorreré integro, ahora llegando hasta Riba Roja y esta mañana desde Riba Roja hasta el parque de Cabecera y luego todo el jardín del Turia hasta el Oceanográfico. 

Llego a casa contento de haber terminado una ruta que sabía larga y que me había dado algunos problemas de planificación para encontrar caminos cercanos a las ramblas. Una cosa son los mapas y otra es encontrarte allí con caminos que no están o con otros caminos con los que no habías contado. Solo queda plasmar en el blog lo acontecido en esta bonita ruta por un paisaje de agua, seco en este momento pero que tanta agua ha transportado a lo largo de los siglos y sobre todo aquel trágico 14 de octubre de 1957. 


Track de la ruta: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6483525

martes, 11 de marzo de 2014

Riba Roja-Turis-Alborache (Canal Forata)


Hoy volvía a emprender otro reto sobre la bici, otra aventura por esos caminos que poco a poco voy recorriendo y que tantas y gratas sorpresas ofrecen. Curiosamente hoy no ha habido sorpresas, no al menos grandes sorpresas y sin embargo llego a casa con la sensación de un mundo descubierto, eso y los más de 85Km. recorridos que quieras o no pesan en las piernas.
Tenía preparada una ruta para recorrer parte del canal de Forata. En la anterior ruta: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2014/01/montserrat-montroy-turis-lacarencia.html  ya recorrí algunos Km. del mismo, hoy tocaba una parte más grande de este canal, y ya hay otra ruta preparada para recorrer la parte inicial, desde el embalse hasta poco más o menos donde hoy lo he dejado allá en Alborache, pero de eso ya hablaremos en su momento. Ahora, sin la compañía del grandote tengo complicados los desplazamientos con la bici y hasta que me decida por un porta bicis u otro (y que sea compatible con el Ibiza) tengo que ir haciendo rutas desde casa, aunque en febrero entre la lluvia y el viento me han tumbado algunas salida, también ha habido algo de pereza y querer esperar a tener los días más largos, sobre todo por aquello de la gran distancia a recorrer y tener así un poco de margen para volver de día. Pero vamos a lo que vamos que me estoy enrollando mucho.


A las 8.15 me pongo a pedalear, el cielo despejado y sin viento de momento. El inicio me lleva hasta el barranco del Poyo que cruzaré por debajo del antiguo puente de la A3 en La Reva, hasta allí no voy siguiendo a rajatabla el track ya que me dejo guiar por las sensaciones, una cosa es el track dibujado sobre el mapa y otro el que sigo en estos sitios tan conocidos y que no me plantean dificultad. Salgo de la claustrofóbica sombra del túnel y llego a la vía del AVE, giro a la derecha y la acompaño hasta cruzar la carretera de Godelleta, luego el siguiente camino a la izquierda me deja frente a la masía de Aldamar. Saco la cámara para la foto de rigor y me llevo la desagradable sorpresa de que la batería está bajo mínimos, a pesar de haberla cargado esta noche. Ya estamos sin cámara para el resto del día, hoy tocará vivir las imágenes con el tacto y sumergirme en los paisajes más que nunca, dejando las pilas para las fotos imprescidibles. Sigo adelante cambiando de caminos a izquierda y derecha y llego hasta las ventas de Miralcampo. Tras rodearlas el camino vuelve a su zigzag sorteando barrancos y el campo de golf de la urbanización El Bosque. Me interno en un pinar y el camino se hace senda y esta se empina hasta hacerme bajar de la bici para remontar una rampa imposible, luego continúa hasta arriba de la loma dejándome ver un camino que viene por mi izquierda y que tal vez no tenga tanta pendiente. Ahora la senda toma una bonita inclinación que me hace volar con las ramas de los árboles pasando muy cerca de mi cara y dando mucha sensación de velocidad. Al final salgo a la carretera junto a la entrada a la urbanización. Tomo la carretera por unos metros para, tras la curva, girar a la izquierda y entrar en zona conocida hasta acercarme al vado del barranco del Gallec, trae poco agua y podría pasarlo pero prefiero bajar de la bici y pasar por encima de las piedras, luego la senda me lleva hasta la curva de inicio de la subida a Perenchiza. Giro a la derecha y vuelvo hacia la carretera, pero antes de llegar giro a la izquierda en la segunda calle y voy hasta el final, tras la calle la pinada y una senda que la cruza, la sigo para aparecer al otro lado en una calle asfaltada. Esta zona ya la conozco de la ruta: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2012/05/riba-roja-cortixeles-arquets-de-baix.html izquierda y paso frente a la casa castillo. Poco después la pinada, hoy tomo un sendero que se adentra a la derecha antes de cruzar el puente sobre el barranco. En la anterior ruta seguí recto para tomar el camino tras el puente y recorrer la misma pinada. Al final salgo al mismo cruce, la diferencia es que por donde voy hoy el barranco lo cruzo por el vado y con agua. Llego otra vez a otro enjambre de caminos, izquierda derecha, izquierda derecha y así un montón de veces, hasta que a mi izquierda, y en un tramo de bajada, veo la torre de la iglesia de Corticheles. Enseguida al frente y entre las lomas y los árboles veré la torre de Calabarra. Hay actividad en los campos de naranjos, no así en las viñas que muestran diferentes estados de cuidado, unas ya han sido podadas y otras no, presentando un estado que parece casi de abandono. Llego a la carretera la cruzo y me meto por un pseudo camino aplanado sobre el labrado de un campo que se está plantando. El barranco de las Cabezas a mi izquierda lo cruzaré un poco más adelante por un puente donde se juntan 3 caminos. Ya al otro lado a la izquierda Calabarra, giro a la derecha y me dirijo hacia el oeste entre un mar de naranjos que deben ser una delicia en primavera con la floración y el olor a azahar del ambiente. Vuelvo en busca del barranco que volveré a cruzar y al que acompañaré hasta encontrar una rampa que me deja junto al canal. Divisado el objetivo de hoy intentaré seguirlo siempre que haya camino. Encuentro un canal reseco igual que en la anterior ruta, parece que hace tiempo que no circula agua por él. A su alrededor un paisaje transformado en regadío en el que aún perduran cultivos de secano como los almendros que ofrecen su preciosa postal de floración. También encontraré a lo largo del camino melocotoneros en flor, estos ya con algunas hojas verdes en las ramas junto a las flores y que acaban de dar un precioso contrapunto de color. También iré pasando por diferentes acueductos que salvan los barrancos y valles hasta llegar a Turis. Poco antes dejo el camino del canal; este desaparece bajo tierra para salvar a su manera la carretera, más tarde se perderá hasta pasado el pueblo. En este tramo salvo la CV-50 por un paso inferior, luego a la derecha y sigo el camino que me adentrará en el pueblo con otro tramo visible del canal que aquí sí lleva agua. 

Desde aquí tengo una impresionante vista del pueblo con la sierra del Ave al fondo. Paso junto al cementerio, cruzo la carretera de Chiva y voy paralelo a la de Alborache. Luego dejo el asfalto y retorno a los caminos que pronto me dejan otra vez junto al canal. 

Remonto el agua, sigo las flores y los paisajes, las lejanas montañas y los restos de castillos y torreones, la labor en los campos y el sabor de la tierra en la boca y los ojos. Un día típicamente de fallas, es la 5ª estación aquí en Valencia, con un clima propio solo para estos días en el que el calor quiere acabar de instalarse pero aún debe de luchar contra el viento, y también contra alguna pequeña tormenta,  para ganar su sitio e imponerse definitivamente hasta la llegada del verano. El final del canal me deja junto a una vieja cantera. La roja tierra asoma en girones y deja ver vetas de arcilla más blanca. El fondo de la mina debería tener una balsa de agua pero está seca y con los carrizos ondeando sus sedosas banderas al viento. 

Rodeo la balsa y tomo un camino asfaltado que en pronunciada y rápida bajada me deja junto a un viejo puente junto a la carretera. La cruzo para bajar hasta el río por el camino que hay justo al frente. Sigo bajando y la barrera visual que forman los árboles de ribera me oculta la otra orilla, incluso esta. El camino al fin se torna senda y esta se adentra en la arboleda y los arbustos que crecen y se enredan bañados por las grises aguas del río. 

La senda es una preciosidad y se acerca al río empujada por la pared de la montaña. 

En un momento dado una acequia vierte sus aguas a la senda y no deja otra opción más que transitar por el agua. La senda sigue siendo tan plana como antes y sigue sin presentar ninguna dificultad añadida, solo que en algún punto es tan profunda que no hay más remedio que meter un pie en el agua para poder pedalear y así mantener el otro seco. El contacto con el agua no es tan frío como esperaba pero la sensación de calor que noto después es lo que no me esperaba y resulta reconfortante. Salgo del camino acuático junto al puente sobre el río. Giro a la derecha cruzándolo y subo hacia el pueblo. Ya va siendo hora de comer algo y me decido a acercarme a la fuente del Rincón que está señalada a 10 minutos andando. No es un paraje que esté acondicionado ni nada, pero al menos en soledad y en medio de la naturaleza será mejor que meterme dentro del pueblo. Allí intento secar al sol mi calcetín pero es en vano, no hace suficiente sol para ello, pero al menos el descanso me sienta bien tras casi 50Km. de pedaleo. 

Tras el bocata me acerco al pueblo pasando bajo el acueducto nº 4 que es, con diferencia, el más grande que he visto hoy, y será el punto final a mi recorrido junto al canal de Forata hasta la ruta que me lleve desde aquí hasta la misma presa, pero eso será, si es, más adelante. Una vez en el pueblo, al que entro junto a la fuente de la agricultura, giro a la izquierda para llegar al parque de la fuente de San Jaime. La cascada sigue seca igual que la otra vez que vine por aquí: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2013/03/bunol-alborachemolinosycuevas.html  Retrocedo hasta la carretera, derecha y cruzo el puente sobre el río Buñol y tengo una bonita vista desde el otro lado. Sigo por la carretera en subida y tras la curva un camino a la izquierda, este me lleva junto a un corral con la misma vista de antes pero con más altitud y mejor panorámica. Luego el camino se adentra en la montaña junto a barrancos que han erosionado la tierra arcillosa junto a otra antigua explotación minera. Lo que creía un suave ascenso no lo es tanto y me pone un punto de esfuerzo más de lo esperado, aunque sin mayor dificultad. A mi izquierda la montaña de las antenas de Buñol. Llego a la carretera, derecha e inmediatamente izquierda por un camino que baja hacia Chiva junto a la masía Ferragón. Cruzo la A3 por un paso inferior y remonto la cuesta por el camino paralelo. Toca bajar para volver a cruzar la autovía y buscar un camino paralelo entre la autovía y la vía del Ave. Desde aquí ya estoy en terreno conocido que he transitado alguna vez en una u otra ruta. 

Así llego a la masía del Riuet que tan lejos de casa me pareció la primera vez que vine por aquí. Ahora ya la sitúo cerca  del P. I. de Cheste. Desde el polígono cruzo la carretera de Cheste y me adentro en un camino al frente que bordea la montaña donde se asienta el complejo educativo, lo que era la antigua universidad laboral. En el camino encuentro el esqueleto arquitectónico de dos grandes obras sin acabar y que poco a poco se van acercando a la ruina azuzadas por el vandalismo y el pillaje. El viento en contra me frena en lo que sería una bajada rápida, sin mucha pendiente a favor pero que da alas en pos de una pronta llegada a casa. Así llego hasta el barranco del Poyo, cruzo bajo el puente del ferrocarril y subo a la carretera de Loriguilla que seguiré durante casi un Km. hasta tomar el camino de la izquierda que me lleva a la zona que denominamos “los Toboganes”. Aquella bajada que tanta adrenalina nos ponía en el cuerpo y que algún que otro susto nos dio al ver que éramos incapaces de frenar la bici dentro del camino, hoy es apenas una bajada rápida y divertida. Cruzo la carretera de Horquera junto a la gravera y sigo por el camino de Cheste viendo la parte sur de Les Rodanes y el frondoso bosque que se abraza con los naranjos que cada vez crecen más en esta zona. Sigo dando pedales, llego al desvío del campo de tiro pero sigo adelante. La “carretera a ninguna parte” me espera de bajada, no la haré esperar más. En un momento estoy tomando el desvío a la izquierda hacia Porxinos y poco después entrando al pueblo por el polideportivo, repitiendo el mismo camino de entrada y salida. Antes de terminar me acercaré a darle un bañito a la Zesty que ya se lo merece; en casa la cervecita fresquita y una ducha calentita, que mejor contraste para terminar un día de bici. 


Track de la ruta: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6465715