viernes, 23 de diciembre de 2011

Chulilla-Cno.Pera-Gestalgar-Fte.Pelma


Comenzaba la ruta sabiendo que no era rico; la lotería de ayer no había pasado por la puerta de mi casa, así que a pedal tocaba pensando en aquello de la salud y puñetas parecidas. Tenía por delante una ruta que me llevaría a conocer una parte del camino de la gran ruta del Turia, que sigo diseñando y que tengo casi terminada, una parte del camino de Pera que aún no conocía y que me acercaría a Gestalgar para desde allí cerrar el círculo por fte. Pelma. Así que a las 9 en punto estaba en el parking de Chulilla para iniciar la ruta. Allí tengo la mala noticia del día cuando descubro que las pilas de la cámara están agotadas, todas, las de reserva también. Es lo que tienen las pilas recargables, que tras muchas cargas se agotan. Así que tengo que dejar la cámara en el coche y las pocas fotos que haga serán con el móvil, al menos me servirán de un poco de referencia. A la sombra, la baja temperatura y la alta humedad hacen que me esté quedando un poco tieso, pero en la bajada por la carretera hacia el balneario, aún será peor por la velocidad y el viento que se genera. Sin embargo al cruzar el puente sobre el río y dejar el desvío del balneario comienza la subida por la zona soleada. El alto de la bandera ya no proyecta su sombra en este camino, y salvo alguna curva cerca de la montaña todo será sol en el resto de la ruta. Dejo el asfalto para tomar el camino a al izquierda y llegar al mirador sobre el río Sot poco antes de que este aporte sus aguas al Turia.
Es un barranco espectacular. La caída es tremenda, y las montañas de enfrente con sus formas abruptas y escarpadas conforman un paisaje casi de alta montaña. Luego inicio un descenso ya conocido que me lleva hasta las Torcas.
La caída de agua eleva ese vapor que, envuelto en la bruma de primera hora de la mañana, dota al paisaje de un velo mágico y místico que casi siempre crean los paisajes acuáticos. Sigo camino intentando recordar la subida que me espera. Llego al cruce de caminos y tomo a la izquierda dejando al río Sot, a la derecha, remontar hacia el embalse de Buseo. Y es justo aquí cuando recuerdo la dureza de algunas rampas, pero de nada sirve, habrá que subir sí o sí. El firme está en buenas condiciones y me permite un pedaleo cómodo y fluido. De momento no es nada del otro mundo, he subido rampas más duras. Cierro las suspensiones e intento acompasar un ritmo de subida y de respiración, de cadencia y pulsaciones. Por lógica esto es una quimera ya que cada variación de la rampa, cada trazada por encima de una piedra, cada vez que la rueda patina, cada vez que bebo agua y aguanto la respiración para tragar, todo este plan perfecto se va al garete, así que vuelvo a trazar un nuevo plan que morirá antes de haberlo puesto en práctica. El calor del esfuerzo y el abrazo del sol suben la temperatura de forma considerable, así que hay que abrir un poco la chaqueta para refrigerar el motor. Veo la montaña donde tengo que subir a través del barranco del Buey, aunque técnicamente dicho barranco queda algo más a la izquierda de este que veo, son tan paralelos que casi vale la comparación. 4 Km. al diez por ciento de desnivel medio y unas últimas rampas terroríficas. Llevo un buen ritmo y de momento voy cómodo. Voy anticipando un poco lo que me voy a encontrar tirando de recuerdos, que conforme he empezado a subir se han hecho cada vez más nítidos. Llego a pocas curvas donde la rampa se va a poner brava de verdad. Es justo sobre la vertical de la Ceja de Pera y el Tarrác en lo más alto de la montaña. Aquí a la derecha sale un camino que se adentra en el barranco hacia fuente del Pasillo, es un camino sin salida y justo aquí, en una terraza del camino sobre el barranco han construido un refugio y una madriguera para conejos.
Esto no estaba la otra vez que pasé por aquí. Paro a hacer un pequeño descanso y oxigenar las piernas ante las rampas que me esperan. Dejo la vista de este barranco y me adentro en la cabecera del barranco del Buey. La rampa es portentosa y cada pedalada es un suplicio, un desgaste de fuerzas descomunal. Tomo aire a bocanadas que sin embargo no consiguen alimentar todos los músculos, a juzgar por el dolor de piernas que me está entrando. El corazón me palpita en las sienes como un tambor en Calanda en semana santa. Avanzo al límite de la verticalidad y he llegado a ver 3,6Km/h en la pantalla del velocímetro. No sé ni como me sostengo encima de la bici. Bueno sí, los cambios de trazada con el manillar son lo que me hacen mantener el equilibrio más que la velocidad de avance, tarde o temprano acabaré por echar pie a tierra. Y es casi en la siguiente pedalada. Una piedrecita pone un muro infranqueable a mi avance y el complejo equilibrio de fuerzas que me mantenía sobre la bici se viene abajo. En toda esta subida la geometría de la bici le da un comportamiento tan extraordinario subiendo que no se ha encabritado ni una sola vez. Dejo la bici en el suelo y me agacho a ver si ahí abajo puedo respirar mejor que de pie. Un trago de agua y llega el momento de levantarme. Lo hago despacio y con los ojos cerrados, sé que ante un esfuerzo como este si me levanto rápido puede llegarme la pájara que estaba manteniendo a raya.
Conseguido el objetivo me para un momento a admirar el paisaje antes de arrastrar la bici hacia arriba en esta cruel rampa. En algún momento dejo atrás a mi derecha el desvío a fuente Buey. Según había mirado en los mapas, este camino creo que llega, convertido al final en senda, hasta la fuente del Morenillo cerca de la Peña María de Gestalgar. Sigo empujando la bici hasta ver una rampa que me permita volver a avanzar. Poco después llego al cruce de caminos. A la derecha se dirige hacia Sot empalmando con el camino de Siete Aguas, a la izquierda hacia Gestalgar por el camino de Pera. Y este es el tramo que quiero conocer, no porque tenga nada especial sino porque es el camino que he previsto en la ruta del Turia y quiero conocer todo el trazado por mí mismo. Recorro este camino que veía allá abajo en la ruta circular de la sierra de los Bosques. Hoy imagino ese camino allí arriba, incluso puedo verlo en alguna curva del camino cuando salva una barranquera. Las vistas desde ambos son magníficas. La Calderona se muestra en primer plano y por detrás Espadan, Penyagolosa y los montes de Andilla y el Toro, Javalambre, y el mar a la derecha. Y antes del mar todas nuestras pequeñas y queridas montañas salpicando la cuenca fluvial del Turia en el valle de Valencia. En un día nítido como hoy el espectáculo es alucinante, inacabable. Llego a la carretera que baja hacia Gestalgar, y se me hace la boca agua ante la brutal bajada que me espera. Pero igual este gustillo en la boca es de hambre.
Paro en una curva del camino con unas panorámicas inmejorable para almorzar y comerme con la vista el paisaje. Tras el almuerzo compruebo que nada puede denotar que he parado aquí a almorzar, nada altera el paisaje que me he encontrado y con esa tranquilidad me dejo vencer por las fuerzas de la gravedad que tiran de mí hacia abajo. Las calas impiden que resbalen los pies de los pedales y me afianzan a la hora de cambiar de posición sobre la bici para cambiar la trazada o para saltar sobre un bache, o mejor aún cuando la potencia de la frenada me eyecta hacia delante como un disparo. En cada curva oteo la parte del camino que me aguarda para anticipar imprevistos y comprobar que no vienen coches en sentido contrario, por detrás nadie me puede adelantar, aun así de vez en cuando tampoco se escapa una mirada atrás, hombre precavido… Voy agotando la bajada y tengo que girar a la izquierda para llegar hasta aquel punto en el que almorcé las veces anteriores. Hoy no pararé, sigo adelante en una bajada por camino de piedras que me hace botar de la bici, las suspensiones ya abiertas trabajan a todo tren para comerse todos los baches que osan ponerse en su camino. Es un tramo biker divertido que me llevará al camino asfaltado de Gabaldón para dejarlo poco después a la izquierda e iniciar una bajada en zigzag con el pico de la Loma del Cuervo en la montaña de enfrente como referencia.
Un poco más abajo llego a la carretera de Chiva que sigue bajando hasta Gestalgar. Tomo después el desvío a la izquierda hacia la Peña María, pero solo llegaré hasta un punto donde el campanario y los restos del castillo se alinean coronados por la montaña.
No haré el resto del camino ya que quiero llegar hasta el castillo y desconozco aquel camino, por tanto no sé cuanto me costará aquel tramo. Ya con mi foto en el teléfono retrocedo, giro a la izquierda y cruzo el puente sobre el río. Arriba a la derecha hacia Bugarra por la carretera. En menos de un Km. dejaré la carretera para tomar un camino a la izquierda que me adentra en la montaña y comienza a subir por un camino con mucha roñosa y piedra de rodeno machacada. La rampa no es ninguna tontería y aliada con las piedras hacen que el avance sea penosamente lento y complicado. Vuelvo a cerrar suspensiones para utilizar toda la fuerza de la pedalada y aquel pensamiento de “estira, empuja” no me ayuda mucho más; el terrible esfuerzo de la subida del camino de Pera ha dejado mis piernas mucho más tocadas de lo que parecía en el largo descenso desde entonces, ahora que les vuelvo a exigir un esfuerzo lo entregan a regañadientes con una absoluta falta de tono muscular. La pantalla del “Treki” me indica que el desvío al castillo es por aquí, pero la señalética que me lleve hasta allí solo la he visto en aquel cartel que lo indicaba en la carretera, desde entonces ninguna otra señal. El camino que veo está tan invadido por hierbajos que dudo si será más adelante, además confío en encontrar una señal. Vana esperanza la mía. Cuando me doy cuenta de que no habrá más caminos ya es tarde para volver atrás, y sobre todo, para volver a subir estas rampas después de la visita. Quedará para otro día. Sigo adelante por un camino que ha mejorado mucho el firme y ha suavizado tremendamente el desnivel. Sin embargo no deja de subir aunque ahora lo haga de forma suave y progresiva, pero el desgaste de las piernas es tal que hasta esta subida tendida me cuesta y me está destrozando. Me sorprendo a mi mismo pensando, muy a mi pesar, con alegría, que es la última ruta de esta semana. Tengo que estar muy mal para pensar esto, y casi antes de terminar el pensamiento me siento culpable, como un traidor a la causa.

A mi izquierda un valle deja ver, al otro lado, el alto de la Serratilla que esconde celosamente su V.G. y no es accesible por camino para bicicletas. Veo la abandonada línea de tensión que subía hasta el alto de la bandera y cruza toda esta muela. Los postes quedan ahí como esqueletos de dinosaurios del pasado. Al poco comienza a descender el camino. No es un descenso largo y prolongado pero me permite descansar las piernas. Además el calor no ha cesado en todo el día y llevo una sudada considerable. Voy siguiendo las indicaciones en pantalla que me hacen serpentear por la ya cara norte de la sierra y me hacen ir alejándome poco a poco de ella en busca de la bajada hacia fuente Pelma.
Varios campos se están acondicionando como campos de cultivo tras haber sido arrebatados al monte y solo las grandes máquinas con tracción de oruga están pudiendo vencer al terreno a favor del capricho del hombre. Llego a la bajada. Esta no es muy larga y además tiene bastante curveo. Pero con todo me hace disfrutar de unos momentos de buena velocidad y conducción atenta para anticipar soluciones a posibles imprevistos. Rápidamente llego a la zona de recreo de fuente Pelma.
Es una gran zona de pinada con muchos bancos y mesas de madera, e incluso una zona techada para cobijarse del sol o de una tormenta. Recorro un poco la zona ya que tengo tiempo y disfruto de este paraje con la tranquilidad que da el estar solo. Después me pongo en marcha hacia Chulilla para cruzar por la Ermita y encarar los últimos metros de esta ruta tomando unas fotos del imponente castillo dominando el pueblo de casas en racimo apiñadas a sus pies.
Solo queda cargar la bici en el coche ir para casa a disfrutar del último trámite de cada ruta, una cerveza fresquita y la ducha caliente.

  


jueves, 22 de diciembre de 2011

Calles-Tartalona-Fte.Cabera-Embalse

La ruta de hoy llevaba tiempo en la carpeta de rutas pendientes. Iba a llegar desde Calles a la Tartalona. Este verano pasado me quedé a las puertas por un error en el camino. Aquel día había salido sin el GPS pues iba ha hacer una ruta cortita hasta Tuejar, pero ya allí estuve apunto de hacer la incursión aunque la dejé sin abordar, hoy era el día.

Subo hacia Chelva por la carreterita de la bodega y luego, a la vista de la ermita de San Cristobal giro a la izquierda hacia Bercuta. Camino conocido que hace que vaya rápido.
Paro en fuente Berra para cargar agua fresquita y continuar adelante. No llegaré a subir por fuente Bercuta, en cambio me desvío a la derecha hacia el Plano para enlazar allí con el camino de vuelta de aquella excursión hasta Tuejar. Luego el camino no tiene pérdida, es todo recto, hasta la carretera que enlaza el pueblo con el embalse de Benageber. Tomo la escasamente transitada carretera en bajada para ir en busca del desvío de la Tartalona. Después del desvío me dirijo hacia las montañas al fondo, a la derecha un valle en el que los cultivos y las granjas toman el protagonismo. Más al fondo una cantera deja al descubierto el interior de las montañas y afea y ensucia el entorno. En cambio a la izquierda la masa arbolada cubre por completo estas montañas que en la otra vertiente se deslizan hacia el pantano. Salgo del asfalto para zigzaguear entre los campos de almendros que están siendo podados para prepararlos para la siguiente cosecha; los primeros calores de la primavera removerán nuevamente los árboles que pondrán en marcha todo el proceso hasta la cosecha. La ladera de delante es la que alberga la zona de la Tartalona. Tengo previsto rodearla para entrar por detrás.
Me adentro poco a poco en el bosque y llego al refugio del Collado de la Perdiz. Allí sigo el asfalto hacia arriba, llego a lo alto del collado y desciendo para encontrar el cartel que indicaba la zona de acampada de la Tartalona.
Esta zona de acampada fue una de las de mayor éxito para todos los campistas allá por los 80.
Las instalaciones abandonadas avanzan hacia la ruina a marchas forzadas, es una lástima que estas instalaciones se pierdan de forma tan miserable, tanto como la forma de actuar de los energúmenos que no tienen otra cosa más inteligente que destrozar las cosas y ponerlas al borde de la ruina. Recorro con calma toda la zona, la pinada deja espacio donde se ubicaban las tiendas, y desciende hacia un mirador que se asoma de forma vertiginosa sobre el pantano. Al otro lado, la ladera, sube hacia la cumbre de Valdesierra que muestra sus antenas sobresaliendo sobre un mar de verde pinar. Adivino el camino que recorrí pasando por la Olmedilla y las Ventiscosas hacia el Charco Negro.
Me paro a almorzar con estas extraordinarias vistas que calman la mente y el alma. La tranquilidad que destila el lugar hace que uno se funda con la naturaleza, y el aroma de los pinos y sobre todo del sotobosque embriaga como un licor olfativo que me hace deslizar las manos por los romeros y tomillos para romper sus frágiles carcasas odoríferas que rápidamente me envuelven. Me pongo en marcha siguiendo el camino que me lleva a donde dejé el asfalto y está señalizado con el cartel de fuente Cabera. He obviado el desvío anterior a izquierdas de antes, en pronunciado descenso, para bajar este camino hasta el pantano.
Siguiendo las indicaciones de la pantalla en el manillar, llego hasta fuente Cabera, un precioso paraje acurrucado a la sombra de la montaña y la pinada. Inicio el descenso y un poco más adelante ya tengo visión del azul del lago entre la verde y frondosa pinada. Destellos de color que me frenan en seco para darme tiempo a observar. Me pregunto si bajar o no. Pues claro que voy a bajar aunque luego me tenga que meter una subida del 7, vaya pregunta. Pero el descenso no es cosa de broma, así que la subida que me espera tampoco. De momento sigo disfrutando del camino con todos los detalles que ofrece. No me puedo lanzar ya que el firme no está en muy buenas condiciones y los baches pueblan el camino. La horquilla se exprime a fondo mientras el freno trasero lo llevo casi blocado y acabo de frenar con el delantero. La inercia empuja la bicicleta con ímpetu en busca del agua. Ya abajo encuentro el refugio que vi desde el camino del otro lado. La guarrería humana no tiene límite y el refugio es un vertedero. Estos son los amantes de la naturaleza, esto lo hacemos los tan respetados senderistas y bikers entre otros, a ver si nos avergonzamos un poco de este incívico comportamiento y hacemos más por dejar los lugares que visitamos mejor de lo que los encontramos, puesto que la basura que dejamos ahora ocupa y pesa menos que antes.
Me acerco hasta la orilla del Turia, cerrado su paso por la presa del embalse. El nivel del agua dista mucho de su máximo a juzgar por las marcas en la montaña. Cuando está lleno llegará casi hasta el refugio. Algunas fotos me recordarán que estuve aquí abajo viendo las montañas desde esta profundidad. Inicio la subida. Me impongo calma. Más para darme ánimo que para frenarme el ritmo. Las suspensiones cerradas para evitar el rebote y las calas calzadas para empujar con todo. Busco la trazada buena entre las piedras, esquivando baches y piedras, bebiendo cada pocos metros, aprovechando los descansillos que brinda el camino para recuperar el aliento y el tono muscular. Estiro con los brazos al mismo tiempo que empujo en cada pedalada. La cuesta se va acabando poco a poco y llego a donde está marcada la fuente en la pantalla. No coincide con la ubicación real: puede que por error de calibración del mapa o porque se ha marcado unos metros más allá, de todas formas más una anécdota que un problema, en este caso. Paso la fuente y giro a la derecha para seguir subiendo.
La cuesta no se acaba nunca, o eso parece. Desde lo alto de la sierra del Tramusero algún hueco entre los árboles me dejará ver Tuejar y las montañas que se muestran por detrás, como el omnipresente pico Remedio y el alto de la sierra del Toro, donde algo me dice que no tardaremos en ir. Un poco más adelante las vistas hacia el sur me permiten unas postales increíbles sobre el azul del embalse.
El camino llega hasta la carretera y la tomo esta vez en subida. Pasadas las curvas en zigzag un camino a la izquierda me mete por un pedregal en mitad del bosque. Este camino enlaza con el camino que pasa por la base del Cerrillar. Los campos de la izquierda se están preparando con el tractor para ser plantados en breve.
Bajo hacia el caserío de Bercuta por este camino en malas condiciones que no recordaba tan estropeado. La subida por fuente Bercuta nos marcó tanto que esta subida, aquel día, no se grabó en nuestra memoria. Bajo rápido pero con precaución por el pedregoso firme. Llego al cruce de caminos y tomo a la derecha para entrar en la aldea. Solitaria y con muchas de sus casas en ruinas, las pocas que se están reformando no acaban de guardar una estética muy acorde con lo que las rodea.
Inmortalizo la ermita y vuelvo atrás para llegar otra vez al cruce. Antes la sorpresa del día. Un V.G. se yergue entre una isla de carrascas en un pequeño altozano de piedra a las puertas del poblado. Tan solo unos metros me separan de él, así que pies para qué os quiero. Luego llego hasta el camino y descarto la bajada hacia la fuente. Sigo el camino que me permite ver en todo momento a mi derecha la aldea. Cuando remonte y gire a la izquierda la bajada me hará perder de vista la aldea, pero la emoción de la bajada no me permitirá pensar más en ella. El camino está en perfectas condiciones y me permite alcanzar una buena velocidad. Emoción y adrenalina en este descenso que me pondrá en Calles en media hora de casi continuo descenso. Impresionante una vez más esta divertidísima bajada. Mañana otra ruta que me llevará desde Chulilla a Gestalgar por la temida subida hacia el camino de Pera. Ya os contaré.



 

TRACK DE LA RUTA: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=2368519

martes, 20 de diciembre de 2011

Losa-Bodegas Nuevo Mundo-Villar Arzobispo


Iba hoy a hacer una ruta que me llevaría a lo que hubiera sido la vuelta de aquella otra ruta entre Losa y la escalinata de Casinos. Aquel día la rueda trasera no aguantó más y desde la escalinata tuve verdaderos problemas para llegar a Losa por el carril bici junto a la CV 35. Hoy utilizaría aquel camino de regreso para ponerme en el inicio “real” de la ruta poco antes de llegar a Casinos. Con los montes de Zalagardos a mi derecha y el alto del Roquero a la izquierda compitiendo en altura, busco un paso elevado sobre la autovía, aunque aquí ya no lo es, y me pongo de frente a la Calderona cruzando sobre la rambla de Roig para encontrar poco después el paso elevado sobre la imponente rambla de Artaj.
Pegado a ella giro a la izquierda para remontar por el camino de las bodegas de Nuevo Mundo. Al poco dejo este camino internándome entre los cultivos de almendros principalmente para llegar al cruce de caminos sobre el que se asientan las bodegas de Tufaltaves.
Un conjunto de casas de piedra que tienen la belleza que otorga la armonía de su homogeneidad. Se ven abandonadas pero no aún en ruinas. El camino que sigue recto remonta hacia las bodegas de Gea justo a los pies del valle sur del alto de les Umbríes. A la izquierda el camino remonta la parte sur de este grandioso anfiteatro de montañas hacia las bodegas de Nuevo Mundo.
Al otro lado del alto bajaré hacia otro valle donde predominan los cultivos de olivera y vid. Las olivas se están recogiendo con los avanzados métodos de remover los árboles con un tractor que previamente rodea el árbol con una especie de paraguas invertido que recoge los frutos cuando estos son “vareados” por vibración. El milenario arte de ver a los agricultores varear las oliveras es cada vez más escaso, al menos allí donde pueden llegar con facilidad los tractores. Las viñas hace tiempo que perdieron sus hojas después de haber pasado por casi toda la variedad cromática entre el verde y el escarlata, ahora yacen en el suelo algunas aún conservando su último color rojizo antes de secarse para siempre jamás.
Las bodegas del Nuevo Mundo son un conjunto de casas que se arracima sobre un altozano encarado al sol en estas tierras frías de interior. Llego a la entrada de la aldea y recorro el camino que, por el otro lado baja hasta la rambla de Artaj y luego enlaza con la carretera que va desde Villar hasta Alcublas y que ya recorrí. Hoy no llego a bajar. Veo las ruinas en que está quedando el poblado y regreso con la tristeza de ver otro enclave histórico dejado al capricho de los vaivenes ambientales. Al menos todas estas aldeas o poblados tienen en común que no han sido tomados al asalto por gamberros y energúmenos que los han dejado llenos de pintadas e inmundicia, se les ve abandonados y vacíos, olvidados en el tiempo como si nunca hubieran existido. Desde aquí me dirijo guiado por el “Treki” hacia unos corrales también abandonados y que me darán paso a la bajada por donde cruzaré la rambla de Artaj, el puente pasa a ras del lecho de la rambla por lo que si ha habido lluvias recientemente es muy posible que quede por debajo del nivel del agua y puede ser peligroso aventurarse a cruzar.
Hoy el torrente se ve seco por completo y cruzo sin problemas. Luego cruzaré otra rambla de la Aceña, justo en el punto donde se une con la del Antigón que luego se denominará Rambla Castellana incluso después de recibir el caudal de la Rambla de Artaj, antes de entrar en Villar y ver el campanario recortando sobre la montaña que voy a subir.
Atravieso el pueblo pasando por el convento de las carmelitas donde giro a la derecha en subida y enlazar en la parte alta del pueblo con la ruta que me trajo desde Alcublas. Ahora entro en la cantera y tomo un nuevo camino. Enfilo la subida dejando a mi izquierda el cerro Castellar que poco a poco se lo va comiendo la cantera. Conforme voy subiendo empiezo a notar la fuerza del viento que, encajonado entre estas montañas bate las partes altas a su merced.
Ya arriba paso por la pista de despegue de parapentes. Es un salto suicida al vacío desde casi 700 metros de altitud. Alguna vez desde la carretera los he visto surcar el cielo y una vez, en la costa portuguesa los vi lanzarse con un viento similar al de hoy, en fin, cada uno ya tiene bastante cruz con lo suyo, y las bajadas a casi 60 Km/h. que a veces hacemos en bici tampoco dejan indiferente a aquellos que nos ven desde fuera. Hablando de cruces, la de Villar queda en la montaña de la izquierda pero es inaccesible desde este camino y no voy a volver atrás en busca del camino correcto cerca de la cantera. Hoy no… mañaaana. Continúo adelante para iniciar el descenso cuando la pantalla del GPS me muestra una iglesia en medio de la montaña a mi izquierda. No puede ser me digo, me adentro un poco entre los árboles para no ver nada mas que unos precarios refugios de cazadores y algo asomar entre la maleza. Por la altura y el lugar se debe de tratar de un V.G. Un poco antes había visto un camino destartalado internarse entre la maleza, así que me aventuro a seguir aquel rastro unos metros para llegar, efectivamente a un vértice y no a una iglesia o ermita.
La señal geodésica debe estar en desuso hace muchos años ya que no aparece en ningún mapa, pero el mojón ahí está para mi deleite. Tras la foto de rigor vuelvo al camino y emprendo la bajada hacia Losa por el camino que subí este verano junto al barranco de la cueva la Mora. Las piedras que siembras el camino no permiten lanzarse en ningún momento, ahora veo con más claridad porqué me costó tanto subir este camino.
La pena es paisaje tan árido sin apenas árboles y con poca y rala vegetación de monte. Bajo con precaución pero rápido hasta llegar a aquella rampa asfaltada que, literalmente, me precipita hasta el precioso enclave de la fuente de la Canaleta.
Desde allí voy en busca del paraje señalizado de fuente Pedro.
Después de subir una cuesta descomunal llego al final del camino sin encontrar ni fuente ni señales que indiquen por donde se va. Es la estúpida manía de indicar de forma aleatoria y arbitraria donde y cuando les parece, a los responsables de colocar la señalética, así como no indicar nunca a qué distancia está el lugar referido. Con un calentón del 7 y sin fuente, me bajo para llegar a la puerta de la piscina que es donde aguarda el grandote esperando pacientemente mi regreso. Vamos a casa que a falta de fuente mejor es cerveza.




TRACK DE LA RUTA: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=2368519

lunes, 19 de diciembre de 2011

Calles-Alcotas-Ermita Remedio Chelva

Por fin las ansiadas vacaciones me ponían nuevamente a los pies de las montañas. Los Serranos volverían a envolver mis rodadas durantes la próxima semana, y cada uno de los caminos, los que iba a recorrer y los que no, resonarían en mi memoria con las palabras que solía decirme mi madre: camino que ves allá que vas. Así que todos esos caminos se los iba a dedicar a ella. Pero vamos a empezar.

La primera ruta la inicio temprano el mismo lunes, no sea que se enfríen las piernas y luego duela más. Subo hacia la base del pico Castellano. No me entretendré mucho en esta subida ya de sobra conocida y explicada en muchas otras rutas, por ejemplo en la del Mas del Herrero http://bikepedalvalencia.blogspot.com/2009/08/calles-agosto09.html Los 0 grados al inicio de la ruta hacen que encuentre algunos charcos helados en la zona sombría de la subida, pero el calor del esfuerzo ahuyenta rápidamente el frío. El viento del norte y oeste despeja la atmosfera de forma que me permite ver el mar y todas las montañas que tanto nos gusta ver y ubicar. El Montgó, el Montdúver, la serra de les Rabosses, la Calderona, el Ropé, el Negrete, el Tejo, el pico Ranera, etc. Por desgracia la cumbre de la montaña que subimos el sábado, el Benicadell, no puedo distinguirlo o bien está tapado por la mole de la sierra de Enmedio. 
El pico Castellano se muestra a mi derecha pidiéndome un poquito de cañita por el camino que veo encaramarse a su cumbre en lugar de rodearlo como hice la vez anterior, pero hoy no podrá ser. El pico Remedio queda a mi izquierda, al otro lado del valle en el cual que esconde la peña cortada.
Inicio la bajada hacia mi primer objetivo del día. Antes habré dejado atrás el desvío del Mas del Herrero y las pozas de las canteras. En el anterior desvío he tomado ha la izquierda para llegar a la Hoya de Antaño. Este verano pasado tomé el desvío a la derecha para ir hacia Higueruelas. El conjunto de casas está en ruinas pero aun así muestra una exquisita sobriedad que se desmorona en el valle con el olvido del tiempo y la soledad que atribuimos a la falta de presencia humana. 
Rodeo la aldea para encontrar un camino bastante machacado pero que se puede ciclar tirando, a veces, de un poco de potencia. Se irá complicando conforme se acerca a la cumbre aunque sigue pudiéndose subir. Piedras de canto surgen del suelo como setas y ponen en peligro la conquista de la cumbre sin poner pie a tierra.
Tirar de potencia y encontrar la trazada correcta a la vez es algo complicado, pero la cercanía de la cumbre me insufla fuerzas para continuar. Ya oigo las aspas de los molinos blandiendo cual espada de Damocles junto a los enormes mástiles, e imagino la corriente eléctrica corriendo a toda velocidad empujada por la fuerza del viento. Estas montañas se han ido poblando de molinos eólicos en los últimos años a un ritmo vertiginoso. Desde Riba Roja se ven estas montañas jalonadas de molinos cuando hace unos pocos años apenas se distinguían un puñado. Si la reforestación tuviera tantas subvenciones como este negocio de la electricidad gratis tendríamos unos bosques magníficos. Los árboles en las montañas no tienen interés político, pero las flores en los puentes si. Llego a la caseta de telecomunicaciones y continúo subiendo para llegar a la cumbre de esta loma que aloja un V.G.  Curiosamente con tanta electricidad y las pilas del GPS se han agotado y no he traído el cargador.
Después de las fotos y el almuerzo cambio las pilas para continuar ruta. Desciendo hacia la derecha y el “Treki” me guía por los innumerables caminos que surgen a un lado y otro para llevarme hacia el caserío de Alcotas. Inicio una bajada casi intransitable, ni siquiera con la pendiente a favor, que deja la subida hacia la cumbre a la altura de una autopista. Es una locura. El camino del collado de Cavas es una trampa de piedras, baches, socavones, y roderas que hacen de la bajada un autentico ejercicio de cómo templar los nervios y mantener la concentración para escoger la trazada menos mala entre las peores posibles.
Veo la aldea antes de llegar abajo en el fondo del valle y con otro parque eólico en las montañas de atrás. Llego al  cruce de caminos y giro a la derecha por el camino de Valseco que coincide con el GR 7. Poco después llego a la aldea que no tiene mucho que visitar. Llego hasta la plaza para ver la puerta de la iglesia y retrocedo para tomar un camino a la izquierda que baja hasta una fuente junto a la rambla en un giro muy pronunciado a la izquierda.
Llego hasta la plaza para ver la puerta de la iglesia y retrocedo para tomar un camino a la izquierda que baja hasta una fuente junto a la rambla en un giro muy pronunciado a la izquierda. 
Sigo este camino principal para llegar al fondo del valle, la aldea queda atrás sobre el altozano, y los molinos de donde vengo vuelven a ser visibles. Sigo el camino hacia la aldea de Ahillas para pasar antes por el Caserío de Mas de Aliaga. Un par de casas en diferente estado de abandono a cada lado del camino y una pequeña iglesia. Esta es casi la zona más al norte de la ruta, toca retroceder para ir hacia Chelva.
El camino llega a un desvío en la Era Toré, que tomándolo a la derecha lleva a Ahillas, de hecho la aldea no queda muy lejos pero no quiero volver por la carretera por más que no tenga tráfico, prefiero ir todo lo posible por el monte, por los caminos y por mi terreno, ya tendré bastante carretera luego. 
En cambio sigo el camino a la izquierda que se adentra en un extenso pinar con claros síntomas de defoliación por el ataque de la procesionaria del pino. Hay amplias bolsas de pinos con sus hojas totalmente secas, no sé si también lo estarán los árboles y serán del todo irrecuperables: entre la procesionaria, los incendios, las canteras, y la tala para hacer “parches” eólicos: y digo parches porque, una vez afeada una montaña igual se podría aprovechar más el espacio y poner más molinos antes de ir a por otra montaña ¿no?, pero bueno, que lo expliquen los técnicos, cada vez nos queda menos bosque a los que agarrarnos. La aldea de Ahillas tiene un aire bohemio por ser lugar elegido por diversos artistas para vivir y crear allí sus obras, de todas formas hoy contemplo la aldea de lejos, ya buscaré una ruta para acercarme hasta allí. El camino se dirige hacia la carretera que baja a Chelva. Llego a la carretera y veo una enorme recta en un sentido y otro. La tomo de subida hacia la izquierda para llegar al collado de las Granzas, allí a la derecha encuentro el camino que llega a la pista del abandonado aeródromo.
A diferencia del alto de Benagueber este está en completo abandono, y la vegetación de monte bajo a dejado la pista reducida a la mínima expresión, concretamente a la zona que mantiene abierta el esporádico paso de algún coche o vehículo forestal. No hay mucho más que ver así que me dejo caer hacia la ermita del Remedio en donde quiero subir a la cruz. En este pequeño tramo pararé en el arcén para admirar la panorámica que he ido dejando atrás en esta ruta.


Junto al parking de arriba hay un caminito que sube hacia la izquierda para llegar a un promontorio donde se planta una imponente cruz desde la que buscando un poco de perspectiva permite encuadrar dentro de la misma foto la propia cruz y la cumbre de la montaña rematada con la torre musulmana y el observatorio.

Ya de bajada me acerco a ver unos pequeños merenderos cubiertos que miran hacia la ermita. Tras la visita llego otra vez a la carretera y emprendo la colosal bajada. A pesar de ser carretera no es la primera vez que la voy a bajar en bicicleta: http://rodaipedal.blogspot.com/2009/01/crnica-por-el-tuejar-al-remedio.html Ya sé que no hay apenas tráfico y con la velocidad ningún coche me podrá adelantar. Apuro frenos en cada curva pues la inercia me empuja hacia afuera y tengo que tensar las manetas casi hasta blocar las ruedas. No llego hasta ese extremo pero casi. Trazo, curveo, me lanzo y me levanto al llegar a las curvas para presentar resistencia al viento y al avance y maximizar así la acción de la frenada. La sonrisa no se desdibuja de mis labios ni siquiera una vez llegado al pueblo. El recuerdo de la bajada aún perdurará un buen rato en mi memoria.
A primera hora de la tarde no me encuentro con nadie mientras cruzo el pueblo así que me aventuro a llegar a Calles por la carretera. El ancho arcén y los escasos 5Km. de carretera bajando me permiten una velocidad y una seguridad que me hacen escoger este final de ruta en lugar de bajar hacia el río Tuejar y subir hacia la ermita de san Cristóbal para llegar a Calles por la parte de la bodega. En fin, a veces pienso en aquello de la doble moral cuando hago estos tramos de carretera, pero al fin y al cabo es mi elección. No me gusta pero a veces es mejor la enfermedad que el remedio. Cierro la ruta con un rápido recuerdo de los caminos transitados y las soberbias vistas de las que he disfrutado en todo momento. Ya estoy pensando en otra ruta que me lleve, esta vez sí, hasta Ahillas y me dé otra oportunidad de disfrutar esta brutal bajada. Termino la ruta como siempre ante una cerveza preludio de una ducha calentita que me prepare para afrontar la ruta de mañana. 




TRACK DE LA RUTA: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=2368484