Esta ruta conforma la parte final de la
aventura del río Palancia. Con este track estará completa la serie de eslabones
que conformarán la ruta del Palancia, de igual modo que, en su día, completé la
ruta del Turia: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2012/04/todo-turia-proyecto.html
La ruta se inicia en Jérica, un pueblo con
mucho encanto y gran interés. De ahí, siguiendo la margen del río remontaré
hasta el vecino pueblo de Teresa para girar a la izquierda y adentrarme en los
montes hacia el alto de Yuste, de ahí giro a la izquierda para dejar la Cueva
Santa a mi derecha, que será visible en la distancia en algunos momentos, para
dirigirme al este. En la masía de Ribas giro hacia el norte para rodear la
muela de Jérica y bajar hasta el embalse del Regajo, desde donde, rodeándolo
por el norte llegaré otra vez a Jérica.
Dudaba sobre si ir con el coche o en tren
hasta Jérica, pero la ruta, que suponía dura, me obligaría a ir constantemente
pendiente del reloj para poder coger el tren, de todas formas tenía que ir hasta
Sagunto para coger el tren o sumar 30Km.
más de ruta, así que estaba clara la elección; el grandote sería, una vez más, cómplice
de otra gran aventura. Madrugón, desayuno, viaje y a pedalear antes de las
nueve de la mañana. El coche lo dejo en la estación del tren e inicio allí
mismo el pedaleo bajando hasta el pueblo. Llego hasta la plaza y callejeo un
poco sin rumbo fijo pero acercándome con pausa hacia la torre. Mil rincones que
recorrer, conocer y disfrutar en este
pequeño pueblo de la comarca del Alto Palancia. A lo tonto ya son 3 las veces
que hemos pasado por aquí, las dos anteriores con Roda i Pedal, una en la ruta
de la vía verde de Ojos Negros: http://rodaipedal.blogspot.com.es/2007/11/ojos-negros-i-torres-torres-jrica.html y la otra en la ruta de
la Torrecilla: http://rodaipedal.blogspot.com.es/2010/02/cronica-de-jerica-la-torrecilla.html Por fin llego al pie de la imponente Torre de la Alcudia, campanario y símbolo
de Jérica.
En la parte opuesta de la plaza las murallas del castillo, de
posible origen musulmán, donde se asienta la ermita de san Roque. Tras este
conjunto se eleva la Peña Tajada, la montaña que alberga en su cima la torre
del homenaje, y que sería el gran bastión defensivo de la ciudad en tiempos más
beligerantes.
Bajo hacia el puente de Navarza en el lado este del pueblo, para
cruzar el río y tener una primera visión del profundo y estrecho cañón que ha
labrado el río Palancia entre esta montaña y la muela; es la espectacular
Vuelta de la Hoz, que a estas horas se mantiene fresca a la sombra de la propia
montaña. Entro en el meandro del río que tendré que volver a cruzar por un
puente casi a ras del agua. En la parte más meridional hay una pequeña y bonita
área recreativa y algunos miradores se asoman al río que muestra pequeños
saltos de agua así como azudes y acequias.
Al otro lado las escarpadas montañas
son el hábitat de cabras montesas, lo que ya no sé es si están en total
libertad o son un rebaño dentro de una finca. El camino se torna senda bajo la
pinada. Es un tramo que no pueden recorrer los coches pero que es perfectamente
ciclable hasta los Chorradores, un pequeño y bonito azud que eleva agua a una
acequia, allí hay unos escalones y un paso estrecho que obliga a bajar de la
bici aunque sin más dificultad. El panorama es precioso, sumergido entre dos
luces y sumido en la dormida calma de la presa o enardecido por la rompiente
del agua contra las rocas, una postal de intensos contrastes.
Sigo adelante
para llegar al puente por el que cruzamos el Palancia en la ruta de Roda i
Pedal hacia la Torrecilla, luego la fuente de Randurias donde giro a la derecha
para llegar a la carretera de Viver, izquierda y unos metros más adelante otra
vez izquierda para salir de la carretera y recorrer el margen del río entre
huertas regadas por sus aguas. Alguna subidita intensa, que al sol, ya hace
aparecer los primeros chorretones de salado y pegajoso sudor. Tras los campos
encuentro un camino asfaltado de bajada, y menos mal porque las subidas de
antes eran de risa comparadas con esta pendiente. Es corta, pero pienso en la
ruta del río Palancia que hoy estoy completando y que en esa ruta será de
subida, bonita bienvenida la que nos brindará Viver.
Poco después llego a las
cuevas del Sargal, un conjunto de pequeñas grutas y formaciones rocosas en la
pared formadas por el agua. Enfrente una espectacular arboleda da sombra a las
mesas de picnic y un poco más adelante la fuente Seronero ofrece su fresca agua
para beber así como la ofrece el río, en sus pozas, para bañarse. Enseguida
llego a un desvío que indica cueva del Gallur. Son apenas doscientos metros
para llegar a una cueva en la que los vándalos están acabando con el pilar
central de la cueva que hace dos años casi llegaba al techo. El siguiente tramo
es una sucesión de vegetación de ribera en un lado y pinada en el otro hasta
que por fin esta última desaparece y solo queda una grandiosa alameda regada
por el río. Paso por el puente del río y decido que, bajo su sombra, junto a la
fuente del Río o la del Sapero será un buen lugar para almorzar. Ni rastro de
las fuentes ni del río que en este tramo aparece casi seco y estancado.
Me deja
anonadado este contraste con las hermosas balsas que había hace apenas un par
de kilómetros en el paraje del Sargal; este cauce seco es lo habitual en la
parte baja del río, al pasar Sot de Ferrer por la toma de aguas para las
acequias, pero en este tramo me extraña muchísimo. Tras el ágape subo otra vez
al camino y continúo recto, al poco paso un sifón de una acequia con bastante
caudal, al menos parte, si no toda el agua del río, ya sé donde está. Ahí mismo
giro pronunciado a la derecha y el asfalto empieza a empinarse sobremanera bajo
un sol de justicia que no hace más que aumentar la dificultad de la subida. A
la derecha de la subida el alto de las Quinchas y la Peña de los pajaritos
ocultan la maravillosa hoz del Rabo de la Sartén. Mucha calma y mucho
desarrollo después corono esta cuesta que me deja ante el espectacular mirador
sobre Teresa.
El dantesco panorama nada tiene que ver con el magnífico bosque que
encontramos hace menos de 3 años.
El
fuego se paró a mi derecha en los campos de cultivo, pero las zonas de bosque y
matorral están arrasadas hasta los cimientos. Ahora la terrible fealdad de las
granjas llena un espacio que antes suavizaba la vegetación. La preciosa hoz del
río intenta llenar un espacio de tremenda soledad, incluso en su más despiadada
sequedad el cauce es el verdadero protagonista de este paisaje con su
serpenteante baile a través de las montañas. En este tramo no dejamos al río
llevar sus aguas debido a las infiltraciones de su cauce natural, estas se
canaliza para el riego y luego el sobrante vuelve a retomar su fluir por el
río.
Otra bajada rápida, casi feroz por el zigzag
que dibuja el camino hasta cruzar el puente sobre el río seco. Me adentro hacia
el pueblo cruzando las granjas feas y pestilentes. Luego el pueblo que tampoco
ofrece nada que me haga detenerme. Posiblemente el impacto visual de los
bosques calcinados me ha dejado un poco apático y no disfruto del pueblo que sé
que tiene varios lavaderos, así que cruzo el pueblo viendo como mucha gente
baja hacia la zona del Batán para disfrutar de una jornada de baño en su playa
fluvial antes de robarle el agua al río. Ni siquiera veo una fuente en el
camino y no tengo ganas de desviarme, craso error a la vista del caluroso día
que hace.
Sigo para llegar al desvío del área de La Sonsida, esta también baja,
por una senda, hasta el Batán pasando por unas bonitas pozas. Poco después
llego a un desvío a la izquierda; al cruzar el puente dos caminos, a la derecha
el camino de Sacañet, un viejo conocido que hice en sentido contrario en la
primera ruta por estas tierras, pasando por las cuevas de Jalbe; a la izquierda
el camino que tomo para remontar el barranco de Medilla. La pendiente es
llevadera pero el firme está roto con alevosía. Pero lo más cruel es el
dantesco panorama de un bosque quemado que grita su rabia en un escandaloso
silencio saturado de chicharras; los pájaros no tienen donde refugiarse y el verde
se muestra tímido, temeroso de que le vuelvan a infligir tanto mal y
destrucción.
Las coscojas y carrascas asoman sus verdes brotes a través de la
calcinada piel de los viejos troncos. Algunos focos de arboleda que
milagrosamente se salvó de la quema asoman aquí y allá vergonzosamente mientras
el sol agosta las plantas bajo el tórrido calor del mediodía.
Arriba llego al
camino de Sacañet y giro a la izquierda, por él llegaría a los cinglos de
Benaval y el mirador sobre Teresa. En cambio, un poco más adelante, giro a la
derecha para emprender una colosal bajada, rápida y divertida por una pista
ancha aunque con algo de graba suelta. Un viejo corral me dice que estoy en
terreno conocido y mirando a la derecha puedo ver el blanco Santuario de La
Cueva Santa sobre una mancha de verde pinar en medio de un calcinado paisaje.
Sigo
esta bajada hasta un navajo artificial que por las huellas alrededor debe tener
bastante tránsito de animales. Empiezo aquí una pequeña rampa que al
finalizarla me ofrecerá la posibilidad de volver a Jérica por un conocido camino
a la izquierda, sigo recto para trazar la curva del camino hacia el sur y
acabar de bajar hasta la Masía de Ribas. A la izquierda sobre la carretera de
Altura para dejarla en la siguiente intersección también a la izquierda. Lo que
creía sería una bajada se torna en un terreno pestoso, un rompe piernas que me
tiene más tiempo subiendo que bajando, hasta la bajada final que, además, no
está en muy buenas condiciones y no me permite dejarme llevar con velocidad.
En
esta bajada encuentro una curiosa capilla indicando la dirección hacia la Cueva
Santa, al parecer alguien se perdió y quiso evitar que otros sigan su misma
suerte.
Ya empiezo a ver en la distancia la mancha azul del embalse del Regajo
al abrigo de la impresionante pinada que lo rodea. Llego a la vía verde de Ojos
Negros tras un lapso de indecisión sobre si ir por ella o por la N-234 en un
camino apenas más corto, por tan poca diferencia al final opto por la comodidad
de ir sin tráfico y la belleza de una vía verde a una carretera de negro
asfalto. Sigo las indicaciones del “Treki” para salir convenientemente y encontrar
el camino que baja hasta las mismas aguas del pantano. Junto a la vía del tren
y la presa encuentro un sitio elevado y con vistas que me servirá de acomodo en
la parada de la comida. La cerveza, que traía congelada, ya es caldo con el que
regar mi fatigado cuerpo. Desde el Sargal no he encontrado ninguna fuente y me
vendría de maravilla, tanto para beber como para darme un bañito.
La placidez
del entorno es tremenda y veo como en la orilla opuesta hay gente disfrutando
del baño y la sombra de la arboleda. Solo un tren rompe mi merecido descanso
cuando después de comer echo una cabezadita adormecido por los rigores del
calor vespertino. Me vuelvo a poner en marcha tras la marcha del tren, cruzo la
presa y busco la fuente que vi entre la pinada en la ruta que hace unos días me
trajo hasta aquí desde Sot de Ferrer. Es hora de vengar ese baño que quería
antes de comer bajo la fuente. Sigo la carretera que bordea el pantano hacia el
norte hasta el brazo de la rambla de Gaibiel, allí un puente salva el barranco
y el pantano, donde termina uno y empieza el otro es difícil definirlo. La
carretera pasa junto a una enorme y preciosa masía, más adelante en la
bifurcación a la izquierda y bajo hacia las áreas de recreo que veía desde el
lugar donde he comido.
Antes me paro a observar la enorme extensión de olivos
que, por lo pequeños y juntos que están, deben de ser para trasplantarlos.
Sigo
esta larga recta que me adentra en la pinada y me lleva a visitar dos áreas de
recreo en un entorno privilegiado, entre sol y sombra y “aguas tranquilas en
las que fondear”, o disfrutar del baño o la pesca.
En el segundo paraje que
visito algún dominguero “responsable” cuelga las bolsas de basura de los
árboles porque no hay contenedores, y para evitar que los animales rompan las
bolsas y saquen la basura “el tonto del culo” opta por abandonarla en lugar de
llevársela a su casa y tirarla en su contenedor habitual, y lo peor es que su irrespetuosa lección magistral ha sentado cátedra y tiene “guarroseguidores”, hay guarros tan imbéciles que hasta tienen que copiar a otros, aún más imbéciles, porque la neurona no les da para más.
Perdón por la horrible foto que rompe la espectacular dinámica que llevaba esta entrada, pero nada mejor para ilustrar la guarrería humana.
A ver, digamos
esto poniendo vocecilla de José Mota: sitoloquehay en la bolsa lo has traío
tuuu, siahora pesa menos queannnntes, si ocupa menosiitio, si inclusoesmejoor que
no seas, pero que sepas que ser…eres, un guarro. Ay Dios, llévalos pronto.
Tras la visita y las, casi todas, idílicas
vistas vuelvo a la carretera y giro a la izquierda para afrontar la parte final
de la ruta. Al salir del túnel que pasa bajo la autovía el segundo camino a la
derecha me sube hacia un cerro al norte de Jérica desde el que espero disfrutar
de unas buenas vistas. Ante el intenso calor y el rumor y frescor del agua
corriendo por una regadera, decido darme un último homenaje antes de afrontar
los últimos metros de subida de la jornada. Una rampa corta pero intensa que me
deja cresteando la montaña y con unas vistas soberbias del pueblo, su
campanario y su torre del homenaje, su Peña Tajada y su camino de Navarza cerca
de los cinglos de la Vuelta de la Hoz.
Solo me queda bajar hasta la estación
por un camino del que doy gracias no tener que subirlo, la pendiente es una
locura de bajada y en algún momento temo que los frenos dejen de responder ante
el calentón que se están llevando. Ahora sí, con todos los tracks por el río
Palancia ya puedo editar la ruta completa Todo Palancia, pero eso será al
llegar a casa.
Track de la ruta:http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=5052341
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