miércoles, 7 de agosto de 2013

Almardá-Puerto Burriana-Vila Vella-Montañas Xilxes


Esta ruta sigue prácticamente el mismo camino que la ruta Almardá-Estany Nules: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2013/05/almarda-estany-de-nules.html  en su tramo de ida, pocos cambios en el trayecto salvo que esta vez me alejaba un poco más de la línea de costa para evitar algunos pasos algo más complicados. Esta ruta es un paso intermedio para conectar caminos; la semana próxima tengo prevista una ruta por las ermitas de Burriana, Almassora y Vila Real, y para no dejar desconectada esa ruta, esta servirá de nexo de unión allá en la zona del Port de Burriana.
Así que salgo rápido para hacer algo de media que luego bajaré con las visitas a los monumentos. Como el camino de ida lo conozco casi todo no tengo previstas muchas paradas salvo que algo excepcional se presente y sea digno de una parada, como la verde luminiscencia de la acequia. 

Paso por la aberrante nueva urbanización de Belcaire norte, ante la falta de espacio los promotores optan por torres de hasta 15 plantas de altura. La crisis ha paralizado las obras pero si, mejor dicho cuando, estas sigan adelante esto será otro Benidorm, un fantástico sitio donde desconectar de la rutina de la gran ciudad, de la gente, de las aglomeraciones, de los atascos de la carretera, ahora habrá que hacer cola para llegar a la playa. No es que esté en contra de la promoción turística de un pueblo y de la creación de puestos de trabajo, estoy en contra de esta locura urbanística que creo mejor con pequeñas urbanizaciones más cuidadas y respetuosas con el entorno que no con estos monstruos que no aportan casi nada más que un pelotazo al promotor previo paso por “la caja” del ayuntamiento. 

Una vez pasado el estany de Nules, hasta el port de Burriana me adentro por una carretera entre Els Poblats Maritims por donde llego hasta la zona portuaria. Allí me acerco hasta la lonja que está en plena actividad. El mismo puerto no me presenta un lugar cómodo y tranquilo para el almuerzo así que me adentro entre los campos de naranjos alejándome de la línea de costa en busca de la ermita del Ecce Hommo. 

La ermita está pegada a una pequeña carretera que, si bien no presenta tráfico tampoco ofrece toda la tranquilidad que esperaba, pero es lo mejor que he visto hasta el momento. Tras el almuerzo zigzagueo un poco entre las huertas para llegar hasta un camino recto como una vela, una diagonal entre el Port y La VilaVella que antiguamente era la vía del ferrocarril  que unió el Puerto de Burriana con la cantera de San Sebastián de La VilaVella, de donde se extrajo la piedra para el puerto. 

Este camino, en el que ya no queda rastro de la vía, se cruza con muchos otros que recorren la huerta, un laberinto de caminos y de acequias, un tapiz de cultivos antes de la zona industrial, un puzle de tradiciones y modernidad, un choque entre economía tradicional y capitalismo desbocado, pero también se cruza con la AP-7 que tendré que cruzar por un puente sobre la autopista en un giro a la derecha, la referencia será una estación de servicio al otro lado de la autopista. Tras el paso a la izquierda para volver a la recta que había abandonado. Poco más adelante Mascarell aparece entre los naranjos a la derecha. Tomo el camino que pasa junto al cementerio para llegar a la muralla perimetral. El origen de esta pedanía de Nules se remonta a 1310, aunque las murallas datan de mitad del siglo XVI, cuando Jaime I expulsó a los musulmanes de Burriana  y éstos fueron a establecerse en una zona despoblada entre Burriana y Nules. 

El pueblo es casi un rectángulo con cuatro torres, una en el centro de cada lado, y con dos puertas, una al este, portal de L’Horta y otra al noroeste, portal de Valencia, junto a sus respectivas torres. Cruzo el pueblo de un portal a otro, a la salida por el parque a la izquierda hasta la rotonda, esta me lleva a cruzar bajo la CV-18 hasta otra rotonda, enfrente veo la N-340 a nivel y decido girar a la izquierda para intentar sortearla, no solo no tendré esa suerte sino que me tocará recorrer el tramo hasta el cruce, aunque sin mayores problemas. Izquierda y ya sigo otra vez el trazado recto del tren. Paso entre enormes fábricas y de frente se acaba el asfalto, el camino de tierra llega hasta el barranco de la Serraleta que se encauza antes de entrar en Nules. 

El “Treki” me dice que el camino está al frente, y lo veo, pero no puedo cruzar. A la derecha el mapa no me muestra ningún paso, aunque haberlo “haylo”, así que a la izquierda hasta Nules que lo bordearé lo más próximo posible al barranco. En la carretera a la derecha para encarar la VilaVella a los pies de las montañas. Ningún camino se adentra remontando el barranco hasta el camino que debía seguir, así que no tengo más remedio que seguir por carretera y cruzar bajo la A7 y seguir junto al P.I. con el track marcado unos metros a mi derecha. Me adentro en el pueblo con la rabia de haber perdido el track y con la sensación de dejarme algo por el camino. 

La cantera, el castillo y la ermita son visibles desde la carretera. La abandonada cantera supura ese color a tierra, a herida abierta que jamás cicatriza y que muestra al mundo el trozo que le hemos arrebatamos a la montaña, las ruinas del castillo del siglo X son los restos de lo que un día fue castillo musulmán, hoy sus viejas piedras se funden con la montaña hasta casi mimetizarlo como si nunca hubiera existido, y la blanca ermita, apenas visible sobre los edificios del pueblo, se mantiene a media altura de la montaña y supone un balcón abierto al mar al que me quiero asomar. 

Me adentro en el pueblo buscando calles que suben hacia la ermita,  el calvario es una preciosa cuesta con las escaleras pasando de un lado a otro del camino en cada curva, dando una sensación de zigzag  aún mayor. 

La ermita realza su silueta con una pintura ocre que añade fuerza al edificio. Junto a ella un recinto cerrado que es la reproducción de la gruta francesa de Nuestra Señora de Lourdes. Salgo del pueblo pasando entre la iglesia y el balneario viendo los preparativos para las fiestas, las calles se cierran con rejas para los toros y muchas casas también tienen estas rejas de forma permanente en las puertas. La carretera hacia La Vall está poco transitada cuando accedo a ella, será casualidad o las vacaciones de agosto pero voy sin encontrar ningún coche, un centenar de metros después a la izquierda, por la vía Augusta que recorreré unos metros, luego, siguiendo las indicaciones del GPS, me adentraré en la huerta en una red de caminos que me irán acercando a cruzar el cauce seco del río Belcaire junto a la N-225. 

Ya veo al frente la montaña que la otra vez que estuve por aquí http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2013/05/almarda-alfondeguilla-vall-duixo.html me quedé con las ganas de subir, hoy tomo el camino que pronto muestra una rampa de las que pica en las piernas. El  poblado íbero de La Punta d'Orleyl es indicado por un cartel pero no lo veo. 

Si veo en cambio la enorme balsa de riego del Belcaire, tras ella La Vall D’Uixo  y el pico Pipa son fantasmas comidos por la bruma en este pesado día de calor que al menos tapa un poco la fuerza del sol. Arriba del todo una zona de chalets, luego acabo de subir para descubrir un antiguo aljub de piedra seca. 

La cota máxima coincide con las vistas hacia el lado de Levante, justo encima de una de las horribles canteras que ya mencionaba en la anterior ruta. Comienzo la bajada, rápida y segura que me lleva a cruzar la carretera de Xilxes a La Vall. Casi enfrente un camino asfaltado va de frente a una pequeña elevación, arriba los depósitos de Segarra y una extraña carretera de la que no quedan más que los antiguos quitamiedos a modo de almenas de castillo. Por suerte el camino de subida estaba mejor que el de bajada donde la machaca, que se ponía en las carreteras de antes, ha aflorado a la superficie ante la falta de la capa de asfalto. 

Esta carretera me recuerda aquella cerca de Requena para bajar al puente de Jaboneros: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2013/06/requena-hortunas-montotepor-el-rio-magro.html son carreteras fantasmas de la que no he encontrado ninguna información ni apenas referencias, tan solo alguien que ha pasado por allí, pero nada más. La “carretera” acaba abruptamente en una pequeña pinada con una casa abandonada, la cerrada puerta de la izquierda, que es por donde seguiría la carretera, me obliga a ir a la derecha para adentrarme en una corta senda que me deja sobre la carretera, ya en ella a la izquierda para llegar a La Llosa.
Justo antes de publicar esta ruta recibo una interesante información de Ximo, al que agradezco su interés, diciéndome que la carretera era para subir a Industrias Segarra, también me envía este enlace: http://www.territorioabandonado.org/2009/07/industrias-segarra.html donde se encuentra una detallada descripción de lo que queda de dicha industria, ya de paso dejo pendiente una ruta para conocer este atractivo lugar con mayor profundidad. 

Cruzo el pueblo desde poniente pasando frente a la iglesia y continúo bajando hasta la piscina municipal, allí me desvío a la izquierda para ver el lavadero que queda unos metros más allá. 

Retrocedo para llegar al parque donde la acequia forma una pequeña balsa, para deleite de los patos, antes de salir hacia la huerta. Ya veo al fondo el puente por el que tengo que cruzar la vía del tren y la autopista para acercarme al estany de Almenara. 

Hasta allí un camino asfaltado entre acequias, huertas y la marjal bulle de actividad ante la recolección del tomate que tiñe de rojo esta fértil y vulnerable tierra cada día más codiciada por la codiciosa maquinaria de la construcción. Cruzaré la carretera para entrar de frente por el estany y seguir el camino recto, como un pasillo entre agua, que me hará nuevamente disfrutar de este maravilloso espacio, de su floresta y sus reflejos metálicos en un agua agitada por la suave brisa. 

El ya conocido camino hasta Almardá me hará buscar algún tramo nuevo entre la multitud de caminos que recorren esta parte de la marjal. La ruta no ha sido muy dura pero sí larga, pero sobre todo el calor agobiante ha sido lo peor… nada que no pueda arreglar una buena cerveza.



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