Por fin llegaban las tan ansiadas
vacaciones de septiembre y con ellas las rutas previstas. Sin haberlo planeado
el mes de agosto ha sido intenso en cuanto a rutas se refiere. Así que para
empezar tenía una ruta larga pero muy sencilla, sin desniveles y muy rodadora
por la marjal de Cullera y los caminos pegados al río Júcar.
Llego a Cullera y aparco en el
centro comercial a las afueras del pueblo. Dejando la bici en el suelo
pinchazo. No podía comenzar peor. Con lo gastado del neumático delantero esto
tenía que pasar tarde o temprano. Miro la hora y veo que llamar a Alejandro
para tomar un café va a ser imposible, así que pongo en marcha la ruta para
llegar a Alzira y allí en la tienda de bicis reparar o cambiar las cubiertas.
Pedaleo hasta el puente que cruza el río y enlazo con mi anterior ruta por
Cullera: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2014/05/riba-roja-cullera.html
aquella que me llevó en tren y volví a
casa marcándome más de 125Km. Esta ruta también será larga pero no como aquello. Ya en
la orilla sur del río, tras cruzar por el moderno puente, lo remonto y llego al azud del molino de la Marquesa.
Unos metros antes, en la otra orilla se encuentra el molino.
Una bonita muestra
de ingeniería hidráulica que desde la distancia se ve bastante bien conservado.
Vuelvo al camino asfaltado pues me había desviado unos metros a la derecha.
Tras un edificio muy fuera de lugar entre los naranjos llego a un desvío que
tomo a la izquierda pues el camino recto no tiene salida. Me alejo ahora un
poco del río y transito hasta las obras abandonadas de la que iba a ser, y
supongo que algún día será, la prolongación de la A38. Llego a un camino con una
gran acequia.
El camino me recuerda al canal de la ruta Júcar-Turia: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2010/12/el-verano-pasado-recorriendo-las-rutas.html
aquella ruta también fue una ruta larga
con muy poco desnivel y también tuve que llegar en tren al punto de partida.
El
camino enlaza con otro que tomo a la derecha, casi inmediatamente un partidor
separa las acequias, la de este camino y la del camino que venía siguiendo
hasta ahora. Esta acequia siguiéndola atraviesa el pueblo de Fortaleny de forma
subterránea y sigue hasta surgir del río Júcar siempre en esta dirección norte
que ahora lleva. Yo en cambio tomo un camino a la derecha y me acerco al río,
es así, pegado a él como pasaré junto al pueblo por la calle más exterior sin
absolutamente nada que poder destacar del pueblo.
El río gira en un recodo a la
izquierda, allí se encuentra el azud de Cullera, a pesar de estar entre las
localidades de Fortaleny y Sueca. Una fina lámina de agua se decanta cantarina
por la pendiente empedrada. En algún lugar entre las cañas una gran bocana
recogerá el agua que por innumerables acequias riega la huerta y los arrozales
de la marjal. Junto al azud una pequeña arboleda con un parque hasta el que
poder acercarse paseando desde el pueblo. Aprovecho la sombra para volver a
meter un poco de aire a la rueda y sigo este placido pedaleo junto al río.
El
siguiente hito del camino es el antiguo puente de hierro inaugurado en 1916 y
que evitaba el tránsito del río en barcazas como se hacía hasta entonces. A día
de hoy el puente está cerrado y no se usa para transito ni peatonal ni
ciclista. La aproximación a Riola trae una de las imágenes que mejor me van a
recordar esta ruta. Una paleta de reflejos en las tranquilas aguas del río.
Las
ocres fachadas se desdoblan pintando las aguas del Júcar de colores imposibles.
Me evoca recuerdos de un viaje a Girona ya hace años, por supuesto y salvando
las distancias.
Barcelona se
disfrazará de poblado de modernidad… los nativos intentaremos ser más
amables. Contraespionaje, Love of
Lesbians
El paso por el pueblo igual que
el anterior. Las fachadas pierden su encanto en las distancias cortas y
apartadas de su líquida imagen.
Tras las curvas del río el azud de Sueca. Queda
al otro lado y como el anterior el agua fluye rápida y ligera apenas unos
centímetros sobre el lecho de piedras planas hablando bien a las claras del
poco caudal del río.
Observo el conjunto desde la arboleda que corre paralela
al río y en la cual me detendré otra vez a hinchar rueda. A los pocos metros el "Pontet" salva una acequia que se nutre del río aprovechando el remanso de
las aguas del azud.
Cruzo la pasarela con el ancho estricto del paso de una
persona y sigo el camino para encontrar en la otra margen del río Els Canos o
acequia de Muzquiz.
En 1764 el marqués de Múzquiz obtiene permiso de la corona
para la apertura de una acequia e iniciar así su aventura en el cultivo del arroz. Desde aquí se llega rápido a Polinya del
Xúquer. La zona de los paelleros junto al río solo tiene eso, unos paelleros
ennegrecidos que no aportan ningún lugar de esparcimiento. El paso por el
camino junto al río es zona "minada", otro pueblo para añadir al archivo de “guarreridas
españolas”. Hasta el puente de entrada de Albalat de la Ribera el camino se
aleja un poco del río y transita en medio de la huerta. Aunque este no será el
último vistazo al Xúquer en el día de hoy. Tras la rotonda he de cruzar la
CV505 en dirección a Benicull.
Tampoco llegaré al pueblo pues mi interés se
centra en encontrar un lavadero muy a las afueras del pueblo. Allí, en una
encrucijada de caminos lo encuentro. No es muy bonito, solo es un lavadero más
para mi colección, pero el ambiente de frescor, de rumor del agua, de historias
contadas sobre sus piedras de lavar…
Giro a la derecha por otro camino entre
naranjos, otro camino impregnado de azahar. El camino zigzaguea entre los campos, cruza la AP7 y al
poco se encuentra, de sopetón, con la ermita de San Bernabeu. No podía ser la ermita de la Masía o del Camp
Nou, no, Bernabeu. Bueno... es lo que hay.
Es bonita. Pequeña. Curiosa. Singular incluso. Y sobre todo un gran hallazgo pues no me la esperaba. Con este regalo
en las retinas me voy acercando a Alzira. Primero el polígono industrial, luego
rotonda, izquierda y hospital. Y luego un camino a la derecha roto y en fuerte
pendiente que me lleva a lo alto de la colina. Este tramo a sido sin duda el más aburrido y soso de lo que llevo de ruta. Entre los chalets, a la
izquierda ya puedo distinguir la esbelta silueta del campanario del Santuario
de Nuestra Señora del Lluch. Desde la rotonda inicio la tímida subida, apenas un esbozo de montaña con que quitar el sopor de tanta planicie. Llego arriba para encontrar este monumento.
El actual edificio data de principios de los años
30 pero en el lugar había una ermita ya desde 1330.
Es una grandiosa construcción que
parece fuera de lugar, por el tipo de arquitectura, en estas tierras
mediterráneas y evoca imágenes de películas lejanas e intrigas monacales.
Solo habría
que imaginarlo en un día frío y lluvioso o con una buena y espesa niebla
alrededor. Doy cuenta del almuerzo y la cerveza bajo la sombra de unos árboles
en la parte de atrás del edificio mientras dejo correr mi imaginación por esa
espesa niebla… Toda esta última película la hago rapidíto pues la avería de la
rueda me tiene que llevar hasta la tienda de bicis, en el centro de Alzira, para reparar el pinchazo. El
tiempo que pierdo en la tienda me hace tener que recortar la ruta y la visita
hasta la Murta queda anulada. De todas formas, como no es posible entrar a la
Murta en bicicleta y tan solo iba a poder llegar hasta la puerta, dejo este tramo
pendiente. La pena es que quería que este fuera el primer tramo de mi particular visión de la ruta de
los monasterios que tengo programada para más adelante. Así que vuelvo hasta la
rotonda del hospital y tomo un camino por detrás de este, entre naranjos, para
salir paralelo a la carretera de Corbera. Este camino viejo de Alzira a Corbera me dejará, ya casi al final del mismo, la estampa de la vieja ermita de San Miguel de Corbera. Se alza ésta sobre una
pequeña colina al norte del pueblo. Adosada a los restos de una antigua torre
musulmana de vigilancia, el edificio es un claro ejemplo de las conocidas
como iglesias de reconquista. Fue erigida a mediados del siglo XIII por
los colonizadores que poblaron estas tierras. Luego la AP7 se encargará del último
acercamiento y así poder disfrutar de la visita de su castillo, de los restos
mejor dicho.
Castillo de origen musulmán del siglo XI, aunque los romanos ya
pusieron antes su pica. Los observo desde la calle de abajo… viejos muros,
almenas desgastadas. Huyendo de la carretera de Llaurí tomo un camino cercano a
la AP7 pero tras unos metros lo encuentro cortado, así que no me queda más
remedio que tomar otra carretera, esta vez paralela a la autopista hasta pasar
el pueblo y encontrar un camino que me adentre en la marjal de Cullera.
La
divisoria visual es tremenda desde el camino. A mi derecha verdean los naranjos
que se extienden hasta fundirse con el azul de las montañas de la Serra
Corbera. El paso de la cruz del Cardenal adivina el paso hacia el valle de la
Murta.
La silueta del “Indio” y toda la cordillera llenando mi campo visual de
izquierda a derecha. A la izquierda del camino los arrozales doran un inmenso
mar solo quebrado por los edificios que suponen la primera línea de defensa de
una montaña mítica.
Arriba su castillo, la ermita y su reclamo turístico,
¿alguien sabe dónde estamos? Me adentro en los arrozales y encuentro otro hito
inesperado en el camino. Un V.G. en mitad de esta llanura. Toda una sorpresa
pues no lo esperaba para nada. Ultimo vistazo a las montañas y pongo dirección
este hacia el mar que no deja de empujar en contra con su brisa, algo más que
suave y persistente, húmeda y pegajosa aunque refrescante en este día de tanto
calor. Así, por aquel camino del canal que antes recorrí en sentido contrario
me dirijo hacia la costa, he estado cerca de cerrar el círculo pero no he
llegado a conectarlo. Cruzo con mucha precaución la carretera de Cullera hacia
Favara, allí otra vez las obras de la futura aunque autovía. Dejo atrás el
dorado arrozal y su incontable ejército de aves: desde Garzas hasta Águilas y
me adentro otra vez en los fragantes naranjos, que a pesar de tener sus frutos
en plena ebullición debe haber alguna variedad en floración. Espectacular.
Llego a la carretera de Cullera a Gandía y la tomo a la izquierda por unos
metros, enseguida derecha y me adentro por un camino que indica entrada al
Estudiant, pues el camino 15 metros más adelante que indica Estany está
cerrado. Sin abandonar este camino llego hasta la misma orilla del Estany de
Cullera.
Lo recorro hacia el mar disfrutando de este entorno paisajístico de
gran belleza. Barcas amarradas en mitad del lago y otras en la orilla en su
“parking” privado. Aves revoloteando. La arboleda meciéndose al son de una
música que solo ella comprende.
Y las montañas al fondo poniendo fin a ese
horizonte infinito que se adivina enfrente. La senda llega hasta un restaurante
en el que paro a por un poco de agua fresca. La amabilidad del camarero llega
hasta para ponerme unos hielos en la camel y poner el agua a puntito de
congelación. ¡¡¡Gracias!!! Continúo la parte final de la senda hasta otro
restaurante, aquí ya es el final y salgo a la izquierda para llegar hasta la
playa, ver las barracas del restaurante y cambiar de dirección hacia Cullera.
Aquí no hay un paseo marítimo que me lleve por la orilla, pedaleo por la calle
más cercana al mar hasta llegar a la Torre del Marenyet, construida en 1577
para la defensa contra los piratas.
Arriba de la torre también hay un V.G. pero en este caso casi ni me lo apunto al no haberlo podido "cazar". Me acerco nuevamente a la playa para tener
una vista del espigón sur del Júcar y un último vistazo a estas playas que se debaten entre la arena y la pared.
También buscaba un camino transitable que
llegara hasta el camino del espigón y desde él recorrerlo hasta el pueblo, pero dicho camino no es
muy accesible desde donde estoy pues hay que atravesar una gran muralla de
cañaverales. Así que continúo hasta la calle principal de la torre y ahora si
pongo rumbo al pueblo visto desde el lado sur del río.
Paso toda la zona
portuaria y llego al puente por el que crucé esta mañana. Ahora en dirección
contraria hasta el coche donde la comida me espera junto a una coca-cola fría,
hay que conducir. La cerveza fresquita me espera en casa para reponer sales minerales,
y no lo digo yo solo: http://blogs.20minutos.es/salud_y_deporte/2009/07/09/aauna-cerveza-tras-practicar-deporte/ quién me iba a decir que lo que con tanto entusiasmo
siempre he defendido ahora tiene infinidad de estudios que lo demuestran, como este otro artículo: http://www.menshealth.es/nutricion/articulo/cerveza-bebida-isotonica
Track de la ruta: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=15014174
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