Bicicleterapia. Volvía la primavera y aprovechaba la primera
ocasión para salir a rodar y poner en marcha la primera sesión de
bicicleterapia que tanto bien me hace física como mentalmente. La primavera se
estrenaba con más de lo mismo que todo el invierno: viento, viento y más viento
con algo de lluvia. Pero ya harto de esperar semana tras semana en casa a que
las previsiones mejoraran hoy me dirigía al asalto de la ruta y al encuentro de
las adversidades climatológicas. En esta ruta iba a combinar la bicicleta con
algo de senderismo. Consciente que de no ser así muchos de los excepcionales
paisajes que he visto no hubieran sido posibles. Tocaba pues bajar de la bici y
llevarla de la mano para poder contemplar las maravillas que encierra el
pequeño río Juanes antes de verter sus aguas al río Buñol. Vamos a ver la ruta.
Salía de casa con el coche hacia Buñol. El inicio del parque fluvial con
el paseo de la ermita de san Luis sería inicio y final de ruta, así que allí me
esperaría el grandote mientras yo pedaleaba. Me pongo en marcha a cubierto del
viento por la cercanía del monte de la Cruz.
Apenas cae agua por la cascada pero al prestar atención el murmullo se
multiplica por el eco que produce este anfiteatro natural. Miro hacia arriba y
alcanzo a ver el murete de madera a modo de mirador arriba de la cascada, esa
visita la haré más tarde. Queda mucho por ver en esta ruta así que me pongo en
marcha. Dejo atrás la senda por la que he venido y que en mi anterior visita a
este lugar no encontré pues estaba cubierta por una maraña de cañas. Llego
junto al puente de la carretera de Alborache donde el río desaparece de mi
vista para unirse al río Buñol unos metros más allá. Un giro de 180º e inicio
una subida dura por asfalto. Paso la barrera que cierra el paso a los coches y
sigo recto hacia arriba. Poco después un camino a la izquierda junto a una
balsa que queda a la derecha. Este camino se dirige hacia el Mas del Pinar.
Tomo el camino a la izquierda y bajo hacia la carretera, la cruzo y sigo recto.
Después del chalet giro a la izquierda y enseguida el camino se convierte en
senda aérea.
El barranco esculpido por el río Buñol queda a la izquierda y me
obsequia unas buenas vistas de Buñol y de las montañas de atrás con los molinos
de viento girando como locos ante las ráfagas de viento que ahora también me
alcanzan a mí. Lástima la fealdad que imprimen al paisaje las canteras y las
cementeras, ante esto hasta los molinos son bonitos. Un cartel indica la fuente
de la mezquita bajando por el sendero. La intuyo abajo entre la arboleda junto
a una construcción que se ve desde aquí arriba, pero me resisto a bajar pues aún
me quedan muchas sendas por delante que me obligarán a bajar de la bici muchas
veces. Sé que abajo hay una senda apta para senderistas, pero la vegetación del
río no sé si permitirá el paso de la bici aunque la tenga que llevar levantada
a una rueda, y el tramo hasta el molino es bastante largo, así que opto por
seguir el camino. Llego a un cruce y sigo la señalización a la izquierda para
bajar hasta el molino Galán. Encuentro un panel que indica la ruta de los
molinos; cinco molinos siguiendo el curso del río Buñol entre este punto y la
entrada a Alborache. Este molino se ha reconvertido en casa rural pero la
puerta de acceso está cerrada.
Una senda al frente baja hasta la orilla del río
y junto a él recorre el tramo que llega hasta la casa. Ninguna valla me impide
el paso y por allí puedo llegar hasta la casa y hacer algunas fotos del
precioso lugar pegado al río. Vuelvo sobre mis pasos y sigo el camino junto al
río en busca del molino Guarro. Lo encuentro un poco más adelante junto al
puente que cruza el río por una pequeña pasarela. De momento sigo recto para
visitar el Charco Azul un poco más allá.
El barranco del Conde, solo
unos metros antes de unirse al río Buñol, deja una bonita zona de charcas con
unas mesas a modo de área recreativa. La ladera del barranco a ambos lados nos
brinda una perspectiva diferente, en altura, que luego contemplaré.
Retrocedo
hasta el viejo molino, hoy casi una ruina para girar a la derecha y cruzar el
río. El camino sigue para encontrar una zona recreativa un poco más allá. Es
curiosa la cantidad de árboles caídos que he encontrado en este recorrido por
la ribera del río, y los que aún veré. Me dirijo hacia la siguiente parada, el
molino de la Luz. Antes
paso el azud de derivación del propio molino.
La pequeña cascada se derrama
estruendosa entre los tres escalones del azud para volver a encontrar su
placido vagar por este valle. En este tramo el camino atraviesa una zona de
cantos rodados, es como si el camino no estuviera terminado o lo hubieran
abierto entre la vegetación hace poco y todavía no estuviera del todo
acondicionado, eso parecen indicar los tocones de árboles cortados, de todos
modos no presenta mayor dificultad. El molino de la Luz ya aparece delante, antes volveré
a cruzar el río por una de las pasarelas para llegar hasta otro azud que a
través de un canal llevaba el agua del río hacia el penúltimo de los molinos de
esta ruta; el molino del tío Francisco.
Entre el azud, el canal, el río y el
molino al otro lado, el panorama es excepcional y es uno de los rincones más
encantadores de este recorrido. Sigo junto al canal: a la derecha el río y más
a la derecha las verticales paredes que el agua a labrado a lo largo de la
historia y que encierran arriba un mirador. Tras un recodo del río llego al
final de este tramo de senda para ver el molino del tío Francisco al otro lado
del río, elevando su chimenea de ladrillo al plomizo cielo.
El canal cruza el
río, convertido en una antiestética tubería verde junto a una pasarela de
madera similar a las que cruzan el río en el parque fluvial del Turia. Y
puestos a encontrar una pega, creo que sobra el escalón que impide tomar la
pasarela sin necesidad de bajar de la bici, no es que sea una gran molestia,
pero con un poquito (de imaginación y sobre todo voluntad, que no se de carecen
más quienes hacen estos proyectos) se hubiera podido solucionar. Para mí hoy no
es ningún problema, puesto que voy a bajar de la bici un millón de veces a
hacer fotos y a meterme por sendas, no estoy pidiendo una rampa para la senda
que bajaba hacia la cueva del Turche, no, estoy pidiendo un solo escalón con
una rampa de 50cm. casi al principio de la ruta de los Molinos, un itinerario
turístico fomentado por el ayuntamiento de Alborache, sin más coste para el
proyecto, solo había que diseñar una rampa en lugar de un escalón. Cruzo la pasarela
y vuelvo a bajar al río, hacia la izquierda.
Junto al agua las paredes se
elevan y muestras diferentes tonalidades de color en la roca arenisca. Luego la
senda llega hasta al final de su recorrido junto al reconvertido molino Zanones,
toca subir tras admirar el colosal puente de entrada a Alborache.
Desde el
puente las vistas son magníficas sobre este antiguo molino y sobre el río,
también se deja ver la chimenea del cercano molino del tío Francisco. Dejo
atrás la compañía del río Buñol en este extraordinario recorrido por sus
historicos monumentos junto a sus transparentes aguas por fin libres de
contaminación, me volveré a encontrar con él al final de la ruta. Tras cruzar
el puente giro a la izquierda por el camino de la depuradora. Inicio una rápida
bajada hacia el barranco donde la tupida vegetación oscurece más el día. Una
buena subida me espera al otro lado para entrar en Alborache y llegar al parque
de San Jaime.
Las primeras gotas de lluvia me saludan mientras contemplo la
fuente y la cascada que está completamente seca. Callejeo en busca de la salida
del pueblo por el albergue Torre d’Alborache. Desde allí veo que me dirijo a un
chaparrón seguro si sigo hacia el sur continuando con la ruta que tenía
programada para visitar la zona de los meandros del río Buñol y el molino de
Sento Bernal antes de que el río aporte sus aguas al río Magro.
No es que esté
lloviendo mucho pero las persistentes gotitas invitan a no sumergirse en la
húmeda neblina que tengo por delante y que tapa las montañas.
Decido hacer la
parada del almuerzo y dar tiempo al chaparrón a caer o pasar de largo. Tras el
almuerzo la situación sigue igual hacia el sur y hacia el oeste, la tormenta no
se ha movido de su posición. El viento viene cargado. Decido cortar esa parte
de la ruta y seguir como si ya hubiera vuelto al pueblo. Callejeo un poco más y
salgo por el polideportivo hacia el Charco Azul.
Llego a los escalones que
bajan hasta la poza y desde aquí arriba puedo observar ahora, a vista de pájaro,
el precioso entorno. Ya al otro lado del barranco puedo volver a pedalear por
una senda que recorre el barranco hacia el albergue rural Actio.
Recorro este
esplendido lugar donde encuentro mil motivos para hacer unas fotos. Luego
remonto hasta la carretera y vuelvo hacia Buñol para entrar otra vez por el
camino de la cueva del Turche. Paso la masía, llego a la poza y giro a la
izquierda para subir al mirador. Este está perfectamente indicado tras una
buena subida por asfalto. Desde la carretera al mirador apenas hay 200 metros y las vistas
son espectaculares.
Frente al mirador un plegamiento en la pared de la montaña
llama la atención, es una curiosa formación rocosa más de las innumerables que
encontraré en esta excursión por el río Juanes.
El anfiteatro natural que forma
la cueva del Turche contemplada desde aquí arriba es algo soberbio. Imaginar la
caída del agua hasta la poza de abajo… Me entretengo contemplando la maravilla
que crea este pequeño río, pero esto no ha hecho más que empezar. Retomo la
subida por asfalto para llegar a una cadena que bordeo por la derecha. Un
camino baja hacia unas pozas y sigue al otro lado del río, convertido en senda,
hacia Buñol, o bien por otra senda a la izquierda remontar el río y llegar al
charco Mañan. Sigo adelante y tomo una
senda junto a un chalet en la que tengo que llevar la bici a una rueda, la
senda no es ciclable pero no presenta mayor dificultad para arrastrar la bici.
Aún con la valla de la casa a la izquierda encuentro el primer vistazo sobre el
charco Mañan. Con cuidado me acerco al cortado para divisar mejor el espectáculo.
Continúo la senda para llegar a una explanada donde un panel interpretativo
explica los procesos geológicos de este entorno. Una pasarela cruza el río y me
permite explorar y visitar esta extraordinaria zona. Pequeñas caídas de agua
que forman innumerables pozas entre la vegetación de ribera que aprovecha este
rico oasis. Las coloridas jaras explotan de color con sus rutilantes flores de
papel llamando a las atareadas abejas. Vuelvo a la explanada en busca del
camino del área recreativa bajo de la cueva de las Palomas pero no veo el
inicio del camino, y cuantas más vueltas doy más mareo al pobre “Treki” que ya
no sabe ni donde está. Veo la línea del camino a seguir pero no hay forma de llegar
a ella así que decido rodear toda la montaña para entrar por la otra parte de
la montaña, total son solo 3 Km .
que me darán lo oportunidad de recorrer una bonita senda y llegar cerca de
Yátova donde contemplaré los estragos del brutal incendio del verano 2012 sobre
el Motrotón y la serra del Ave.
La cruel estampa del Motrotón calcinado me hace pedalear rápido para
huir de esa catástrofe ecológica. Encaro, ahora sí, la pared rocosa de la cueva
de las Palomas. El espectáculo es magnífico.
La pared cortada, mordida,
esculpida, derrumbada y erosionada muestra las cicatrices del tiempo y los
elementos cebándose en su piel, modelándola hasta dar forma a este capricho de
la naturaleza.
La admiro desde todos los ángulos y recorro la pequeña cavidad.
Al fin, tras un montón de fotos y más exclamaciones de asombro, continúo la ruta al
otro lado del río. La senda aquí es completamente ciclable pero las continuas
paradas para mirar atrás me hacen recorrer este tramo a pie y seguir haciendo
fotos y más fotos.
Al final decido parar a comer en este magnifico entorno y
disfrutar un poco más de las panorámicas. El viento comienza a ser molesto y me
obliga a ponerme en marcha para hacer las visitas que aún me quedan pendientes.
Me quedan todavía las subidas más duras del día por delante. Quiero llegar
hasta la antigua fonda-balneario del río Juanes que solo dista unos 500 metros desde la
cueva de las palomas, pero no quiero ir por la senda pues creo que hay bastante
desnivel a salvar y no será muy fácil la travesía con la bici, así de paso
alargo un poco la ruta y subo hasta el monte de la
Cruz. En la pared del segundo corral veo
una placa que indica el itinerario del río Juanes por senda, lo descarto y sigo
el camino de la Serrana ,
un poco más adelante otra placa igual me desvía a la izquierda y comienza la
subida. No es excesivamente dura pero después de comer no es el mejor postre
que he probado. De todas formas lo peor es el viento que arrecia conforme gano
altura y llego a la parte alta y más despejada. Allí veo una pequeña y preciosa
ermita junto a una pinada y una gran balsa, esta ermita está en una finca que es la casa rural de la Serrana , según me confirma
mi amigo Vicente de http://www.ermitascomunidadvalenciana.com/ al que le pido la información de esta pequeña iglesia.
Me deja fascinado la delicada fragilidad que emana, como si le faltara algo y
se sostuviera precariamente contra el viento. Sigo adelante en busca de la
carretera de Yátova. La encuentro un poco después y giro a la izquierda para
iniciar un rápido descenso hasta el puente sobre el río Juanes. Allí a la
izquierda están los restos de lo que en su día fue una fonda y balneario
aprovechando las aguas del río Juanes. El entorno es una preciosidad bajo una
frondosa arboleda que sume en penumbra el esqueleto del edificio.
Es una
autentica ruina que se desmorona a trozos ante mí con el ataque de una ráfaga
de viento. Salgo de allí rápidamente, no de dentro del edificio que no he
pensado ni en entrar, sino de la cercanía de él. Al otro lado del río veo una
fuente y la senda que baja hacia la cercana cueva de las Palomas. Hay paso
entre unas piedras para vadear el río pero el ruido del viento entre los
árboles, la penumbra y el edificio viniéndose abajo me da mal rollo y decido
que ya he visto bastante tras la foto del puente. Ahora toca subir lentamente ese
rápido descenso de hace un rato. Con calma voy llegando hasta el camino por el
que había venido hace un rato y continúo por esta carretera sin apenas tráfico que
me bajará hasta Buñol. Se incorpora por mi izquierda el camino por el que vine
desde Requena: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2012/09/requena-riba-roja.html
Luego llego al mirador sobre el barranco Carcalín y tengo que volver a parar a
admirar el soberbio paisaje. El viento sopla ahora con fuerza y me pongo en
marcha con precaución, pues una ventolera en plena bajada a toda velocidad
sería algo serio. Paso de largo el mirador de Buñol y llego abajo junto al
puente y la señal del paraje de la
Jarra a la izquierda.
Es un pequeño tramo junto al río Buñol
que ofrece varias pozas para el baño y sobre todo una pared con restos de estalactitas.
Retrocedo para llegar hasta el puente y seguir unos metros más allá para bajar
al inicio del parque fluvial del río Buñol, la verdadera pena es que este
recorrido no continúe a lo largo de todo el río para enlazar con el camino de
los molinos, sería todo un espectáculo.
Finalmente remonto por la pasarela y llego
a la ermita de san Luis donde termino esta maravillosa ruta por un rincón lleno
de belleza, tan al alcance de todos y a la vez tan desconocido que parece
mentira tener estas joyas a las puertas de casa.
TRACK DE LA RUTA:http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=4271763