martes, 26 de marzo de 2013

Buñol-Alborache(MolinosyCuevas)




Bicicleterapia. Volvía la primavera y aprovechaba la primera ocasión para salir a rodar y poner en marcha la primera sesión de bicicleterapia que tanto bien me hace física como mentalmente. La primavera se estrenaba con más de lo mismo que todo el invierno: viento, viento y más viento con algo de lluvia. Pero ya harto de esperar semana tras semana en casa a que las previsiones mejoraran hoy me dirigía al asalto de la ruta y al encuentro de las adversidades climatológicas. En esta ruta iba a combinar la bicicleta con algo de senderismo. Consciente que de no ser así muchos de los excepcionales paisajes que he visto no hubieran sido posibles. Tocaba pues bajar de la bici y llevarla de la mano para poder contemplar las maravillas que encierra el pequeño río Juanes antes de verter sus aguas al río Buñol. Vamos a ver la ruta. 
Salía de casa con el coche hacia Buñol. El inicio del parque fluvial con el paseo de la ermita de san Luis sería inicio y final de ruta, así que allí me esperaría el grandote mientras yo pedaleaba. Me pongo en marcha a cubierto del viento por la cercanía del monte de la Cruz. 

Bajo hacia el río y lo cruzo por el puente de la piscina, ya al otro lado gano altura y tengo una preciosa panorámica del pueblo. Enseguida el camino baja para encontrarse otro puente sobre el río que me volvería a entrar al pueblo, en lugar de llegar al puente giro a la derecha por un camino que se bifurca y tomo otra vez a la derecha. El camino discurre entre campos de cultivos y chalets; unas veces asfalto y otras camino de tierra, va dejando atrás el pueblo y acercándose a la cueva del Turche, primera parada de la ruta. Junto a un chalet encuentro un cartel que indica la senda de bajada y unos metros más allá las escaleras que enlazan con el camino junto al río Juanes. Desciendo los escalones y transito por el conocido camino bajo la arboleda hacia el lago. El imponente panorama me abruma una vez más. El día gris acentúa aún más si cabe la enorme sensación de soledad y quietud que se respira en este maravilloso lugar. 

Apenas cae agua por la cascada pero al prestar atención el murmullo se multiplica por el eco que produce este anfiteatro natural. Miro hacia arriba y alcanzo a ver el murete de madera a modo de mirador arriba de la cascada, esa visita la haré más tarde. Queda mucho por ver en esta ruta así que me pongo en marcha. Dejo atrás la senda por la que he venido y que en mi anterior visita a este lugar no encontré pues estaba cubierta por una maraña de cañas. Llego junto al puente de la carretera de Alborache donde el río desaparece de mi vista para unirse al río Buñol unos metros más allá. Un giro de 180º e inicio una subida dura por asfalto. Paso la barrera que cierra el paso a los coches y sigo recto hacia arriba. Poco después un camino a la izquierda junto a una balsa que queda a la derecha. Este camino se dirige hacia el Mas del Pinar. Tomo el camino a la izquierda y bajo hacia la carretera, la cruzo y sigo recto. Después del chalet giro a la izquierda y enseguida el camino se convierte en senda aérea. 

El barranco esculpido por el río Buñol queda a la izquierda y me obsequia unas buenas vistas de Buñol y de las montañas de atrás con los molinos de viento girando como locos ante las ráfagas de viento que ahora también me alcanzan a mí. Lástima la fealdad que imprimen al paisaje las canteras y las cementeras, ante esto hasta los molinos son bonitos. Un cartel indica la fuente de la mezquita bajando por el sendero. La intuyo abajo entre la arboleda junto a una construcción que se ve desde aquí arriba, pero me resisto a bajar pues aún me quedan muchas sendas por delante que me obligarán a bajar de la bici muchas veces. Sé que abajo hay una senda apta para senderistas, pero la vegetación del río no sé si permitirá el paso de la bici aunque la tenga que llevar levantada a una rueda, y el tramo hasta el molino es bastante largo, así que opto por seguir el camino. Llego a un cruce y sigo la señalización a la izquierda para bajar hasta el molino Galán. Encuentro un panel que indica la ruta de los molinos; cinco molinos siguiendo el curso del río Buñol entre este punto y la entrada a Alborache. Este molino se ha reconvertido en casa rural pero la puerta de acceso está cerrada. 

Una senda al frente baja hasta la orilla del río y junto a él recorre el tramo que llega hasta la casa. Ninguna valla me impide el paso y por allí puedo llegar hasta la casa y hacer algunas fotos del precioso lugar pegado al río. Vuelvo sobre mis pasos y sigo el camino junto al río en busca del molino Guarro. Lo encuentro un poco más adelante junto al puente que cruza el río por una pequeña pasarela. De momento sigo recto para visitar el Charco Azul un poco más allá. 

El barranco del Conde, solo unos metros antes de unirse al río Buñol, deja una bonita zona de charcas con unas mesas a modo de área recreativa. La ladera del barranco a ambos lados nos brinda una perspectiva diferente, en altura, que luego contemplaré. 

Retrocedo hasta el viejo molino, hoy casi una ruina para girar a la derecha y cruzar el río. El camino sigue para encontrar una zona recreativa un poco más allá. Es curiosa la cantidad de árboles caídos que he encontrado en este recorrido por la ribera del río, y los que aún veré. Me dirijo hacia la siguiente parada, el molino de la Luz. Antes paso el azud de derivación del propio molino. 

La pequeña cascada se derrama estruendosa entre los tres escalones del azud para volver a encontrar su placido vagar por este valle. En este tramo el camino atraviesa una zona de cantos rodados, es como si el camino no estuviera terminado o lo hubieran abierto entre la vegetación hace poco y todavía no estuviera del todo acondicionado, eso parecen indicar los tocones de árboles cortados, de todos modos no presenta mayor dificultad. El molino    de la Luz ya aparece delante, antes volveré a cruzar el río por una de las pasarelas para llegar hasta otro azud que a través de un canal llevaba el agua del río hacia el penúltimo de los molinos de esta ruta; el molino del tío Francisco. 

Entre el azud, el canal, el río y el molino al otro lado, el panorama es excepcional y es uno de los rincones más encantadores de este recorrido. Sigo junto al canal: a la derecha el río y más a la derecha las verticales paredes que el agua a labrado a lo largo de la historia y que encierran arriba un mirador. Tras un recodo del río llego al final de este tramo de senda para ver el molino del tío Francisco al otro lado del río, elevando su chimenea de ladrillo al plomizo cielo. 

El canal cruza el río, convertido en una antiestética tubería verde junto a una pasarela de madera similar a las que cruzan el río en el parque fluvial del Turia. Y puestos a encontrar una pega, creo que sobra el escalón que impide tomar la pasarela sin necesidad de bajar de la bici, no es que sea una gran molestia, pero con un poquito (de imaginación y sobre todo voluntad, que no se de carecen más quienes hacen estos proyectos) se hubiera podido solucionar. Para mí hoy no es ningún problema, puesto que voy a bajar de la bici un millón de veces a hacer fotos y a meterme por sendas, no estoy pidiendo una rampa para la senda que bajaba hacia la cueva del Turche, no, estoy pidiendo un solo escalón con una rampa de 50cm. casi al principio de la ruta de los Molinos, un itinerario turístico fomentado por el ayuntamiento de Alborache, sin más coste para el proyecto, solo había que diseñar una rampa en lugar de un escalón. Cruzo la pasarela y vuelvo a bajar al río, hacia la izquierda. 

Junto al agua las paredes se elevan y muestras diferentes tonalidades de color en la roca arenisca. Luego la senda llega hasta al final de su recorrido junto al reconvertido molino Zanones, toca subir tras admirar el colosal puente de entrada a Alborache. 

Desde el puente las vistas son magníficas sobre este antiguo molino y sobre el río, también se deja ver la chimenea del cercano molino del tío Francisco. Dejo atrás la compañía del río Buñol en este extraordinario recorrido por sus historicos monumentos junto a sus transparentes aguas por fin libres de contaminación, me volveré a encontrar con él al final de la ruta. Tras cruzar el puente giro a la izquierda por el camino de la depuradora. Inicio una rápida bajada hacia el barranco donde la tupida vegetación oscurece más el día. Una buena subida me espera al otro lado para entrar en Alborache y llegar al parque de San Jaime. 

Las primeras gotas de lluvia me saludan mientras contemplo la fuente y la cascada que está completamente seca. Callejeo en busca de la salida del pueblo por el albergue Torre d’Alborache. Desde allí veo que me dirijo a un chaparrón seguro si sigo hacia el sur continuando con la ruta que tenía programada para visitar la zona de los meandros del río Buñol y el molino de Sento Bernal antes de que el río aporte sus aguas al río Magro. 

No es que esté lloviendo mucho pero las persistentes gotitas invitan a no sumergirse en la húmeda neblina que tengo por delante y que tapa las montañas. 

Decido hacer la parada del almuerzo y dar tiempo al chaparrón a caer o pasar de largo. Tras el almuerzo la situación sigue igual hacia el sur y hacia el oeste, la tormenta no se ha movido de su posición. El viento viene cargado. Decido cortar esa parte de la ruta y seguir como si ya hubiera vuelto al pueblo. Callejeo un poco más y salgo por el polideportivo hacia el Charco Azul. 

Llego a los escalones que bajan hasta la poza y desde aquí arriba puedo observar ahora, a vista de pájaro, el precioso entorno. Ya al otro lado del barranco puedo volver a pedalear por una senda que recorre el barranco hacia el albergue rural Actio. 

Recorro este esplendido lugar donde encuentro mil motivos para hacer unas fotos. Luego remonto hasta la carretera y vuelvo hacia Buñol para entrar otra vez por el camino de la cueva del Turche. Paso la masía, llego a la poza y giro a la izquierda para subir al mirador. Este está perfectamente indicado tras una buena subida por asfalto. Desde la carretera al mirador apenas hay 200 metros y las vistas son espectaculares. 

Frente al mirador un plegamiento en la pared de la montaña llama la atención, es una curiosa formación rocosa más de las innumerables que encontraré en esta excursión por el río Juanes. 

El anfiteatro natural que forma la cueva del Turche contemplada desde aquí arriba es algo soberbio. Imaginar la caída del agua hasta la poza de abajo… Me entretengo contemplando la maravilla que crea este pequeño río, pero esto no ha hecho más que empezar. Retomo la subida por asfalto para llegar a una cadena que bordeo por la derecha. Un camino baja hacia unas pozas y sigue al otro lado del río, convertido en senda, hacia Buñol, o bien por otra senda a la izquierda remontar el río y llegar al charco Mañan. Sigo adelante y tomo una senda junto a un chalet en la que tengo que llevar la bici a una rueda, la senda no es ciclable pero no presenta mayor dificultad para arrastrar la bici. 

Aún con la valla de la casa a la izquierda encuentro el primer vistazo sobre el charco Mañan. Con cuidado me acerco al cortado para divisar mejor el espectáculo. Continúo la senda para llegar a una explanada donde un panel interpretativo explica los procesos geológicos de este entorno. Una pasarela cruza el río y me permite explorar y visitar esta extraordinaria zona. Pequeñas caídas de agua que forman innumerables pozas entre la vegetación de ribera que aprovecha este rico oasis. Las coloridas jaras explotan de color con sus rutilantes flores de papel llamando a las atareadas abejas. Vuelvo a la explanada en busca del camino del área recreativa bajo de la cueva de las Palomas pero no veo el inicio del camino, y cuantas más vueltas doy más mareo al pobre “Treki” que ya no sabe ni donde está. Veo la línea del camino a seguir pero no hay forma de llegar a ella así que decido rodear toda la montaña para entrar por la otra parte de la montaña, total son solo 3 Km. que me darán lo oportunidad de recorrer una bonita senda y llegar cerca de Yátova donde contemplaré los estragos del brutal incendio del verano 2012 sobre el Motrotón y la serra del Ave. 

La cruel estampa del Motrotón calcinado me hace pedalear rápido para huir de esa catástrofe ecológica. Encaro, ahora sí, la pared rocosa de la cueva de las Palomas. El espectáculo es magnífico. 

La pared cortada, mordida, esculpida, derrumbada y erosionada muestra las cicatrices del tiempo y los elementos cebándose en su piel, modelándola hasta dar forma a este capricho de la naturaleza. 

La admiro desde todos los ángulos y recorro la pequeña cavidad. Al fin, tras un montón de fotos y más exclamaciones de asombro, continúo la ruta al otro lado del río. La senda aquí es completamente ciclable pero las continuas paradas para mirar atrás me hacen recorrer este tramo a pie y seguir haciendo fotos y más fotos. 

Al final decido parar a comer en este magnifico entorno y disfrutar un poco más de las panorámicas. El viento comienza a ser molesto y me obliga a ponerme en marcha para hacer las visitas que aún me quedan pendientes. Me quedan todavía las subidas más duras del día por delante. Quiero llegar hasta la antigua fonda-balneario del río Juanes que solo dista unos 500 metros desde la cueva de las palomas, pero no quiero ir por la senda pues creo que hay bastante desnivel a salvar y no será muy fácil la travesía con la bici, así de paso alargo un poco la ruta y subo hasta el monte de la Cruz. En la pared del segundo corral veo una placa que indica el itinerario del río Juanes por senda, lo descarto y sigo el camino de la Serrana, un poco más adelante otra placa igual me desvía a la izquierda y comienza la subida. No es excesivamente dura pero después de comer no es el mejor postre que he probado. De todas formas lo peor es el viento que arrecia conforme gano altura y llego a la parte alta y más despejada. Allí veo una pequeña y preciosa ermita junto a una pinada y una gran balsa, esta ermita está en una finca que es la casa rural de la Serrana, según me confirma mi amigo Vicente de http://www.ermitascomunidadvalenciana.com/ al que le pido la información de esta pequeña iglesia. 

Me deja fascinado la delicada fragilidad que emana, como si le faltara algo y se sostuviera precariamente contra el viento. Sigo adelante en busca de la carretera de Yátova. La encuentro un poco después y giro a la izquierda para iniciar un rápido descenso hasta el puente sobre el río Juanes. Allí a la izquierda están los restos de lo que en su día fue una fonda y balneario aprovechando las aguas del río Juanes. El entorno es una preciosidad bajo una frondosa arboleda que sume en penumbra el esqueleto del edificio. 

Es una autentica ruina que se desmorona a trozos ante mí con el ataque de una ráfaga de viento. Salgo de allí rápidamente, no de dentro del edificio que no he pensado ni en entrar, sino de la cercanía de él. Al otro lado del río veo una fuente y la senda que baja hacia la cercana cueva de las Palomas. Hay paso entre unas piedras para vadear el río pero el ruido del viento entre los árboles, la penumbra y el edificio viniéndose abajo me da mal rollo y decido que ya he visto bastante tras la foto del puente. Ahora toca subir lentamente ese rápido descenso de hace un rato. Con calma voy llegando hasta el camino por el que había venido hace un rato y continúo por esta carretera sin apenas tráfico que me bajará hasta Buñol. Se incorpora por mi izquierda el camino por el que vine desde Requena: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2012/09/requena-riba-roja.html 

Luego llego al mirador sobre el barranco Carcalín y tengo que volver a parar a admirar el soberbio paisaje. El viento sopla ahora con fuerza y me pongo en marcha con precaución, pues una ventolera en plena bajada a toda velocidad sería algo serio. Paso de largo el mirador de Buñol y llego abajo junto al puente y la señal del paraje de la Jarra a la izquierda. 

Es un pequeño tramo junto al río Buñol que ofrece varias pozas para el baño y sobre todo una pared con restos de estalactitas. 

Retrocedo para llegar hasta el puente y seguir unos metros más allá para bajar al inicio del parque fluvial del río Buñol, la verdadera pena es que este recorrido no continúe a lo largo de todo el río para enlazar con el camino de los molinos, sería todo un espectáculo. 

Finalmente remonto por la pasarela y llego a la ermita de san Luis donde termino esta maravillosa ruta por un rincón lleno de belleza, tan al alcance de todos y a la vez tan desconocido que parece mentira tener estas joyas a las puertas de casa.